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Corte!... y Confesión | Ysabel Gracida

Te doy mis ojos



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De las cuatro cintas que acapararon las miradas en la reciente entrega de los Premios Goya, sin duda el tercer largometraje de la actriz y directora Iciar Bollain, Te doy mis ojos, es el que logra de una manera más depurada, más contenida, pero ta...

Lunes 28 de junio de 2004

Te doy mis ojos


De las cuatro cintas que acapararon las miradas en la reciente entrega de los Premios Goya, sin duda el tercer largometraje de la actriz y directora Iciar Bollain, Te doy mis ojos, es el que logra de una manera más depurada, más contenida, pero también más profunda y dolorosa instalarnos en la realidad más cotidiana, una realidad que no por repetirse a diario deja de ser terrible, traumática, injusta.

El hecho de que Iciar Bollain compitiera con tres cintas de magnífica factura como En la ciudad de Cesc Gay, Soldados de Salamina de David Trueba y Mi vida sin mí de Isabel Coixet, no hace sino resaltar los valores que Te doy mis ojos posee en diversos terrenos. La historia de violencia doméstica, de maltratos está escrita de una manera extraordinaria tanto por Alicia Luna como por la propia Bollain quienes se inclinan más por las sugerencias, por los silencios, para abordar un tema, un gran problema que paradójicamente está hecho de gritos, de violencia, de vileza, de poder extremo.

Tanto Bollain como Luna se decidieron por escribir un texto que no estuviera hecho de lugares comunes, que no saqueara la nota roja de los periódicos sin más, que no se rindiera ante las estadísticas pero que a la vez tocara el tema del maltrato a las mujeres, de la violencia de género de una manera seria, rigurosa, sin huecos para el aliento y que sin ser concesiva en ningún momento al mismo tiempo dijera con absoluta firmeza las condiciones terribles de quienes en algún momento de sus vidas se encontraron con que el ser que aman es un monstruo.

Te doy mis ojos es una película que, por lo menos en el papel, ha sido vendida ya a México y ojalá la veamos pronto. El asunto es que esta cinta que actualmente se ha negociado para su distribución con los principales países del mundo, una dolorosa mirada a un mundo que casi siempre se guarda de puertas hacia adentro, debe ser de interés colectivo, de asistencia obligada para que espectadoras y espectadores sean capaces de ingresar a un ámbito que seguramente actuará de manera especular con experiencias propias o ajenas pero de todos conocidas.

Un tema como el maltrato doméstico a las mujeres que se reproduce todos los días en la sección policiaca de los periódicos, que no escatima en detalles y muchas de las ocasiones tampoco en parcialidad de quienes redactan la nota y deciden "matizar" a su antojo los hechos, un tema que siendo tan brutal se va haciendo sólo números, saldos, amontonamiento de cruces, es trabajado por Iciar Bollain de una manera tan escrupulosa que consigue con los silencios, con las miradas, con lo no dicho mucho más que horas de perorata sobre el asunto.

La directora madrileña ha decidido tejer el dolor en pantalla con una documentación rigurosa que, sin embargo, no está a la vista en datos o numerología de cualquier clase. Por el contrario, logra que sus personajes principales sean seres de carne y hueso que no se pintan de un solo color, que no tienen una sola cara, que no están condenados al estereotipo. El tema de la mujer maltratada también presenta la cara del hombre impredecible, del señor amable y tierno que no sabe en qué momento dispara su furia y su locura.

La elección de Laia Marull como Pilar y del más que exitoso Luis Tosar como Antonio ha sido de una gran acierto por parte de Bollain; quizá no hubiese encontrado entre los muy buenos actores y actrices que en este momento hay en el cine español, a dos tan notables, de talento tan agudo, de matices tan soberbios que logran hacer un trabajo absolutamente verosímil, creíble en extremo, con una valentía que sin duda ha contribuido a que sus personajes rocen la genialidad.

Te doy mis ojos es sin ninguna duda un trabajo de altísima calidad que parte, evidentemente, de la conjunción de distintas miradas femeninas que están decididas a no silenciar más un problema tan grave, a no contribuir con su ausencia a la estadística dura que se lee en los periódicos o se escucha en los noticieros. Iciar Bollain y Alicia Luna han escrito desde las entrañas un texto que sin duda contiene momentos dolorosos pero que a la vez es una invitación a romper el silencio, a debatir un asunto que no es en blanco y negro; que debe mirarse desde diversos matices, ángulos, vertientes. Extraordinaria película de mujeres hecha para todos.

Crítica de cine



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