Salvador Novo a 100 años de su nacimiento
Miércoles 17 de marzo de 2004
Como poeta, Salvador Novo es un conquistador que por extrañas razones no coloniza los territorios que descubre: graciosamente (satánicamente) deja a los poetas de su edad y más jóvenes que industrialicen sus hallazgos. En los poemas de adolescencia imita a Darío y González Martínez, y sus "pastiches" poseen tal mérito que un lector desprevenido puede confundirlos con los poemas originales en que están basados. Sus poemas lopezvelardeanos demuestran su capacidad mimética. Después escribe, para burlarse de los estridentistas (de Maples Arce en particular), los poemas más duraderos que produjo esta tendencia de vanguardia, entre azul y buenas noches. En seguida se asoma al surrealismo, y no es exagerado afirmar que él y Octavio Paz son los únicos poetas mexicanos que han entendido a Breton y a sus discípulos. Los textos surrealistas de Novo sobresalen por la manera en que están creadas las imágenes.
Escritor de poderosa capacidad imaginativa y eficaces y numerosos mecanismos mentales, identifica en sus metáforas la ironía y la ternura, lo "poético" y lo "prosaico", lo clásico y lo moderno, el artepurismo y la tendencia populista, sus propios descubrimientos y los hallazgos de los demás. Sus imágenes y metáforas equivalen a pasar sin transición, y en la tina del baño, del agua caliente al agua fría: por sorpresa, con alevosía y ventaja, conmocionan al lector, le producen la sensación agridulce que Novo se propuso comunicarle.
En su poesía descubro dos vertientes. En la primera trata de deslumbrar, de intimidar, aun de burlarse de los sentimientos del lector. Es una poesía ingeniosa, cerebral, irónica, desenfadada y malévola; en la segunda, Novo se traiciona a sí mismo. Aquí la emoción vence a la sensación, la emotividad a la inteligencia, la subjetividad a la objetividad, la pureza (de sentimientos) a la ironía. En estos poemas Novo abandona la verticalidad y se arrodilla, se sienta o se acuesta; solloza, implora, increpa, rememora, olvida y vuelve a recordar. En otras palabras, son sus poemas de amor, sus poemas de entrega, en los que la verdad (su verdad) arrincona y desvanece sus máscaras habituales. El ejemplo perfecto, Nuevo amor.
Entre los ensayistas de su generación (la de Contemporáneos) ocupa un sitio impar. Crea sus propias retóricas, las que abandona conforme pasan a ser de dominio público. Igual ocurre con sus libros de viaje. Su prosa, aun la escrita hace más de 50 años, es nueva, viva y original.
La prosa de Novo se inicia con Ensayos, donde recoge algunos de sus textos aparecidos en periódicos cuyo común denominador es la cultura y la gracia. Escritos casi todos ellos sobre temas de actualidad, confieren a la palabra "ensayo" su acepción inglesa. En defensa de lo usado reúne, como el libro anterior, textos dispersos en publicaciones periódicas; también, como Ensayos, registra la amplia curiosidad del autor que detecta e ilumina el mundo que habita. Uno y otro libro entregan a los lectores una nueva manera de ver y escribir. Las obras posteriores que publica en este campo llevan a sus últimas consecuencias (en todos sentidos) intuiciones y reflexiones que lo acompañaron a partir de sus años de aprendizaje.
Escritor que no le gusta viajar, Novo escribe libros de viaje que cuentan entre los más bellos que en este terreno han aparecido en la literatura mexicana. Reincide en todos ellos la fuga, no hacia el viaje, sino desde la aventura hacia la seguridad: hacia la reconstrucción en el cuarto de hotel de la casa y la biblioteca. En el primero de ellos, Return tickett, comunica el descubrimiento del mar que hace en una viaje a las islas de Hawai. El júbilo, la capacidad de entrever lo insospechado en personas, costumbres y paisajes, cierta tendencia agradable y brillante a teorizar acerca de lo que contemplan sus ojos, le dan a este libro una juventud que no envejece al paso de los años. Continente vacío, viaje a Sudamérica, quizá el más hermoso de sus libros de viaje, relata rápida y certeramente sus impresiones en países como Uruguay y Argentina. Nueva grandeza mexicana, que recuerda las andanzas de dos ingenios de las letras coloniales, Balbuena y Cervantes de Salazar, le sirve de pretexto para descubrir la ciudad de México a un amigo provinciano y perplejo. Calles, edificios, espectáculos, costumbres, bebidas y comidas, medios de transporte, en fin la geografía y la historia de la gran ciudad, surgen embellecidas en las páginas de esta obra.
El teatro no es la más alta prueba de su talento. Los Jóvenes I y II y El tercer Fausto (obras minúsculas) son sus mejores piezas.
Sus artículos periodísticos escritos en forma de diario o de cartas y recogidos hasta ahora en varios volúmenes, La vida en México durante los periodos presidenciales de algunos presidentes, a partir de Cárdenas, resucitan la antigua y saludable costumbre de que nuestros mejores escritores sean nuestros mejores periodistas.