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Itinerario Político | Ricardo Alemán

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Miércoles 28 de enero de 2004

Salpica Carlos Flores a casi todos


CUANDO empezó a crecer el escándalo de los "colchones de Flores", el canciller Luis Ernesto Derbez intentó establecer un "control de daños" y salió al paso para anunciar que se realizaría una auditoría sobre los gastos del representante de México ante la OCDE, para que a partir del resultado de esa indagatoria el gobierno decidiera lo procedente. Pero ese primer "control de daños" pronto fue rebasado por una realidad que salpicaba a todos: desde la Presidencia de la República, las secretarías de Relaciones Exteriores y de Gobernación, al Senado de la República, el PAN y, por supuesto, al hoy debilitado Grupo Guanajuato.

Pero repentinamente, sin que haya concluido la auditoría, sin que se conociera el tamaño de la falta del nuevo embajador y la responsabilidad de otras instancias en su designación, la mañana de ayer Luis Ernesto Derbez anunció el despido de Carlos Flores Alcocer, con lo que el gobierno de Vicente Fox intenta "vacunar" el asunto, para no seguir más adelante en la investigación y en la sanción del o los responsables de la llegada de Flores a la OCDE. Y es que en la promoción, designación, cabildeo para ser ratificado, y en la aprobación de Carlos Flores como embajador, a pesar de que no contaba con la experiencia para el cargo y de que su único mérito era ser amigo de los Fox, intervinieron Vicente Fox, Luis Ernesto Derbez, Santiago Creel, Luis Felipe Bravo Mena, Diego Fernández de Cevallos, Carlos Medina Plascencia y miembros del Grupo Guanajuato, como la señora Sahagún.

Para designar a Carlos Flores como embajador ante la OCDE se debió contar con el beneplácito de una buena parte del aparato del Estado mexicano, pese a no cumplir con el perfil mínimo, lo que supone que todos los arriba mencionados son corresponsables de la promoción, designación y ratificación de un embajador improvisado y que debido a sus excesos ya provocó el más severo golpe a la imagen del gobierno de foxista. Para detener las implicaciones de una buena parte del Estado en el escándalo de los "colchones de Flores", la Secretaría de Relaciones Exteriores decidió despedirlo. Pero al hacer el anuncio oficial, Luis Ernesto Derbez fue contradictorio y dejó ver que el tamaño de la decisión es del tamaño del problema. Dijo el canciller: "No hay nada que compruebe que el embajador se ha excedido". Los periodistas le interrogaron: "¿Por qué retirarlo, si no hay pruebas?". Y el canciller reconoció: "Porque no se puede trabajar con la presión generada por el caso".

¿Cuál es esa presión? Sin duda que una parte de la presión proviene del desprestigio acarreado al gobierno foxista debido a los excesos de Carlos Flores, pero el mayor escándalo es producto de la presión generada por el carácter patrimonialista con el que el gobierno del "cambio" promueve, designa y aprueba los nombramientos de representantes de México en organismos como la OCDE. Pero ¿por qué fue seleccionado o premiado Carlos Flores con ese cargo, a pesar de que no contaba con los méritos ni la capacidad para el mismo? ¿Por qué no un diplomático experimentado? Primero porque Flores Alcocer era o es amigo de la "pareja presidencial", muy cercano a los Fox, pero sobre todo porque era una pieza clave para los negocios del Grupo Guanajuato. Ese grupo, cuyos integrantes son parte del floreciente empresariado de Guanajuato, requería esa posición por razones no de Estado, sino de intereses personales.

Para llevar a Carlos Flores Alcocer a la OCDE, se convenció a Fox de sus capacidades, lo que no fue difícil debido a la amistad entre el mandatario y su cercano colaborador. Así, fue propuesto formalmente como embajador. Luego correspondió al canciller Luis Ernesto Debez, y al secretario de Gobernación, Santiago Creel, convencer al PAN en el Senado. Negociado el caso entre el gobierno y el PAN, todos cabildearon en favor de Flores Alcocer con senadores del PRI y del PRD. Se trataba, según confirmaron senadores de esos dos partidos, "de una concesión al presidente Fox". Al final, la ratificación en el Senado de la República de la designación presidencial de Carlos Flores Alcocer como embajador de México en la OCDE fue preparada, conducida y operada por otro guanajuatense pura casualidad, por supuesto, el senador Carlos Medina Plascencia, quien preside la Comisión de Relaciones Exteriores para Organismos Internacionales del Senado, comisión a la que corresponde el nombramiento del embajador ante la OCDE.

Así pues, por instrucciones de la casa presidencial, se allanaron todos los obstáculos políticos y legales para que Carlos Flores llegara a la OCDE, a pesar de que muchos sabían de sus incapacidades técnicas y otros conocían de sus tendencias al abuso del poder. Pero lo interesante del caso es que en la ratificación del nombramiento de Flores Alcocer, senadores de todos los partidos mostraron que en ese órgano del Poder Legislativo existe subordinación al Poder Ejecutivo. Queda claro que hay casos, por lo menos el del hoy ex embajador de México en la OCDE, en donde el Senado de la República responde no al interés nacional, no a la selección de los mejores hombres para representar a México en una misión internacional, sino que responde a intereses personales o de grupo, sean del Presidente o del Grupo Guanajuato.

Pero la responsabilidad en el caso, sea por omisión o porque se trató de una concesión al Presidente, apenas es una parte del asunto. Está claro que Carlos Flores Alcocer no se mandaba solo, que los gastos que realizó, sobre todo en el breve tiempo en que lo hizo, debieron ser conocidos, si no es que aprobados por alguna instancia del Poder Ejecutivo, sea la cancillería o la Presidencia de la República. ¿Quién autorizó esos gastos? ¿Por qué no se detuvieron en su momento? ¿Por qué debieron ser notas periodísticas las que detonaran el asunto? ¿Acaso nadie se había enterado en la cancillería? El asunto es tan gordo que era mejor despedir a Flores Alcocer, que dejar que el asunto creciera, y que la prensa lo siguiera. Por lo pronto sorprende que el presidente Fox se muestre más juarista que Juárez. Y es que la simpática, hasta ridícula defensa que de Flores Alcocer hace Ernesto Derbez, muestra que sí, que en el gobierno del "cambio" para los amigos "hay más gracia que justicia". ¿O no?



En el camino

Y qué tal con el procurador Rafael Macedo de la Concha: mientras que las mafias del narcotráfico hacen lo que quieren, el encargado de la procuración de justicia prefiere glamorosas entrevistas con los periodistas de la farándula en espera de ser "ventaneado". ¿Y el narco? Bien, gracias.

aleman2@prodigy.net.mx



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