aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Cinecrítica | Tomás Pérez Turrent



COLUMNAS ANTERIORES


Viernes 07 de noviembre de 2003

Cuenta misterio sobre el incesto


La película titulada El misterio del Trinidad , de José Luis García Agraz, es una de las escasas producciones nacionales de valor de un cine que vegeta difícilmente en su propio país. Miramos languidecer a un cine que hace siete u ocho películas por año, una llamada equívocamente "industria" que acostumbra maquillar sus cifras, incluyendo las cintas realizadas y registradas en años anteriores (una película forma parte del recuento dos o tres veces en diferentes años, de alguna manera hay que hacerse ilusiones).

Es es lamentable que una obra tan interesante como El misterio del Trinidad haya sido programada para su estreno en 42 pantallas y una semana después haya caído en tres (que actualmente han "crecido" a cuatro, lo que en realidad sería media pantalla más, porque sólo tiene dos proyecciones en lugar de cuatro).

Mal distribuida y peor tratada, pienso que es una película magnífica que merecía mejor suerte.

Según Carlos Cuarón, quien participó en el guión, dice que "estamos entrampados desde hace más de 20 años. Los de ahora (los encargados del cine) no tienen la culpa pero Sari Bermúdez sí ha empeorado las cosas (...)" El propio Cuarón ha sido importante en la forma definitiva del guión.

El guión adquirió la linealidad (casi total) y la película fue otra. Quiero suponer que este cambio final y definitivo fue conseguido sin filmar ninguna escena nueva, puesto que era un problema estructural y había que darle a cada plano existente su lugar.

El punto de partida es la muerte del ingeniero Joaquín Aguirre, cuando estaba tratando de rescatar los restos del Trinidad (el Santísima Trinidad ) que se fue al fondo tres siglos atrás. Cuando el licenciado René Marengo (Alejandro Parodi) abre y lee el testamento de su amigo Joaquín, anuncia que el fallecido ha dejado su viejo barco a su hijo natural Juan (Eduardo Palomo), por su amor al mar. Es médico de profesión que ejerce en una ciudad de provincia. Está divorciado y su mujer (la guapa Lisa Owen) ha llegado para una inesperada visita.

Se trata de dejar a su hija, Ana (Regina Blandón) por unas semanas con su padre. Juan se niega pero termina aceptando: el licenciado Marengo le ha comunicado que su padre le heredó un barco y ambos, junto con Ana, que está encantada con la existencia del barco, se dirigen a Veracruz.

La presencia de la niña es importante y es reforzada por la frescura y el sentido de la joven actriz, que casi se come la película, lo que no ocurre porque García Agraz la contiene; Regina Blandón es todo un descubrimiento: una muy joven actriz que no juega a ser estrella ni se pasa de tueste como ocurre a menudo con los niños (o enanos).

Además del acierto de haber elegido la estructura lineal sin ceder a los posibles encantos de lo sinuoso de los saltos de tiempo, García Agraz, que aceptó asumiendo que posiblemente la película no funcionaba una construcción sinuosa de Desiertos mares , el cineasta ha tenido que luchar los límites económicos con los que no era posible derrochar de efectos especiales (si acaso un par de efectos en las secuencias submarinas). Es posible que a esto se deba la falta de espectadores. Además, los fuegos de artificio no hacían falta, bastaban una historia bien contada, su concresión y los aciertos de los actores.

Juan sabe por su amigo Marengo que la familia oficial de su padre lo rechaza y va a luchar por echar atrás el hecho de que su padre haya heredado a su hijo "ilegítimo", un oportunista que les quiere quitar un bien que sólo ellos merecen.

Alertado por Marengo, Juan está dispuesto a luchar cuanto sea posible. Aquí, El misterio del Trinidad toca un tema que parece interesar a varios cineastas de hoy: el incesto.

A visitar el viejo buque llega su medio hermana Isabel (Rebecca Jones), que es la única que no lo rechaza (además de la madre, sabía de su existencia). Pero Juan lo ignora y es agresivo con ella, que si acaso culpa a su propio padre.

El encuentro termina siendo un desastre y ante la disculpa de la media hermana, Isabel comienza por aceptar beber cerveza, el alcohol termina por suavizar los sentimientos: los medio hermanos se dejan llevar. Esto no cambia la situación, al asecho están el hermano y su cuñado, el esposo de Isabel.

El incesto es, en principio accidental y producto quizá ocasional. Acabamos de ver la película número 63 de Chabrol, el humor sardónico del cineasta francés, reflejo de su actitud hacía la burguesía francesa, explica el que la familia de La flor del mal esté basada en el incesto entre los miembros de la familia CharpinVasseur, que no es el caso de los herederos de Joaquín Aguirre (también burgueses pero pobretones, aunque no lo sepan).

Aquí es más bien un accidente, un azar que desemboca en lo desconocido, lo escondido, es decir, otro punto de vista del cineasta.

Es lógico que el hermano y el cuñado estén al asecho del que consideran "un intruso". Además del odio hay un interés por vender el viejo barco, que implica una buena cantidad de dinero que les permitirá recuperar algo del que han perdido por culpa del cuñado, mientras que Isabel ignora todo. Es una revelación importante y que va más allá del odio al intruso, de los golpes y los insultos con los que intentan resolver el problemas de la familia. El "intruso" responde con rabia ante el asombro de Isabel.

García Agraz confirma su seguridad en la dirección de actores, manejando con tino y fuerza, dándoles verosimilitud. No sólo está la debutante y pequeña Regina Blandón, la que en el momento de los golpes y los insultos interviene con inocencia, gritando a quienes golpean e insultan a su padre, (¡pedorros! ¡pedorros!).

Por otra parte, su seguridad con los actores se demuestra con el manejo de dos de ellos condenados al desatino y no existir: los directores los desperdiciaban: Rebecca Jones que nunca habían visto realmente y Eduardo Palomo, que sólo había sido visto en La mujer de Benjamín . No se trata sólo de la pequeña Regina Blandón, a la que aprovecha y contiene. Está también la sobriedad de Parodi y el redescubrimiento de Guillermo Gil haciendo un personaje de los que en general hoy parecen exclusivos de Jesús Ochoa. Nada más por esto sería más que suficiente.

Cines: Telmex, Tlalpan.



PUBLICIDAD.