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Artes Visuales | Mónica Mayer



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Sábado 28 de junio de 2003


Las moneras llegaron ya

El miércoles pasado fui al Museo de la Caricatura a la presentación del libro e inauguración de la exposición Las moneras llegaron ya..., con obra de Cintia Bolio, Jotavé, Guadalupe Rosas, Palmira y Pego. El lugar estaba a reventar.

No me sorprendió el entusiasmo que ha despertado este proyecto, porque su cobertura en medios ha sido buena. Además, a diferencia de hace un par de décadas, hoy existe gran interés por el trabajo de las mujeres.

Cualquiera diría que estamos "de moda".

Uno de los factores que ha fomentado este fenómeno es que haya instituciones dedicadas a promover el trabajo de las mujeres, como en este caso Inmujeres-DF, que copatrocinó este proyecto.

Pero estoy segura de que esta exposición va a ser muy visitada, porque se irá corriendo la voz de que el trabajo de estas moneras es buenísimo y luce mejor gracias a la cuidadosa curaduría de Agustín Sánchez González, importante investigador de la caricatura mexicana.

Dos interrogaciones surgen de inmediato al pensar en las caricaturistas.

En primer lugar, uno se pregunta por qué hay tan pocas. Hasta donde yo recuerdo, esta es la primera exposición de moneras. Agustín Sánchez tiene un registro de quince moneras, pero yo estoy segura de que debe haber más, especialmente en los estados. Si alguna está leyendo este texto, por favor mándeme un correo electrónico y la pongo en contacto para que la lista engorde.

Yo supongo que hay pocas moneras por las mismas causas por las que la mujer no se ha incorporado de lleno a otros campos: una dosis de barreras externas y otra de las que cada una hemos interiorizado gracias a una educación y un ambiente abierta o sutilmente sexista.

A veces ni siquiera se nos ocurre preguntar por qué no hay mujeres participando en ciertas actividades. Por esa razón exposiciones como esta son tan importantes. Si tiene una hija a la que le gusta hacer caricaturas, le suplico que la lleve a ver esta muestra.

La segunda pregunta es si el sentido del humor de las mujeres es diferente al de los hombres.

La duda me acompañó en mi lento recorrido por la exposición, a lo largo de la cual me reí y me indigné. Me sorprendió percatarme de que la esencia de muchas de las caricaturas era un estricto sentido común, que invariablemente descubre los absurdos de la realidad. Ejemplo claro es la caricatura de Rosas que muestra dos niños de la calle haciendo malabarismos. Uno afirma: "Dicen que los niños no deben trabajar" y el otro, cargando sobre su espalda el peso del primero, responde: "¿Los niños de cuál colonia?".

También noté que muchas caricaturas abordan la experiencia femenina. No sé si esto se debe a la selección de la obra o si es una constante en el trabajo de las moneras. Me encantó el autorretrato de Cintia Bolio plantada enfrente pintando estufas, mamilas y otros objetos domésticos, tanto como el "Cuento de los conejitos", de Palmira, en el que una mamá coneja le explica a su crío la esencia de los humanos con ternura y un humor mordaz y la Barbie en la evolución de los complejos femeninos de Sofía Pego. Las moneras tienen la enorme ventaja de poder abordar los temas tradicionales de la caricatura, pero también todo este universo femenino que, por lo menos a mí, me parece una mina de oro en espera de ser explotada.

pmiraya@dsi.com.mx



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