Miércoles 29 de diciembre de 1999
Hace cien años exactos, en 1899, en la ciudad de México, José Juan Tablada (18711945) publicó su primer libro: "El florilegio", que reeditaría, sustancialmente corregido y aumentado, en 1904. Con ese volumen se iniciaría la obra de uno de los grandes poetas mexicanos cuya influencia ha sido decisiva en la lírica nacional y cuya contribución más importante fue haber incorporado a la lengua española el haikú japonés que, en su caso, y como dijera Octavio Paz, ?es algo más que una simple importación literaria?.
No nació el haikú de Tablada hace cien años, sino hace 80, con la publicación de su libro "Un día", que publicó en Caracas, Venezuela, en 1919. Pero desde su obra inaugural, "El florilegio", que ahora cumple cien años de su primera edición, Tablada dio muestras de una sensibilidad poética distinta y renovadora con relación a muchos de sus contemporáneos.
Desde "El florilegio", Tablada reveló su interés por una cultura, la del ?magno imperio del Sol Naciente?, que muy pocos poetas habían tomado en cuenta como fuente de inspiración. Así, en su poema que lleva por título ?Japón?, expresa: Amo tu extraña mitología,/ los raros monstruos, las claras flores/ que hay en tus biombos de seda umbría/ y en el esmalte de tus tibores./ ¡Japón, tus ritos me han exaltado/ y amo ferviente tus glorias todas;/ yo soy el siervo de tu Mikado,/ Yo soy el bonzo de tus pagodas!/ Tu genio exalta, timbra y decora/ desde las nubes hasta la grama,/ y en tus banderas rompe la aurora,/ símbolo justo, del sol que dora/ la egregia cumbre del Fujiyama! En ese primer libro de Tablada hay dos poemas que son fundamentales en su obra: ?Misa Negra? y ?Onix?; dos pequeñas obras maestras de juventud (escritas antes de que su autor cumpliera los 30 años de edad). ?Misa Negra? es un texto de gran erotismo que se anticipa, de algún modo, a lo que tres lustros después escribiría con gran intensidad, Efrén Rebolledo en sus 12 insuperables sonetos de ?Caro Victrix? (libro éste publicado en 1916 por la Imprenta de I. Escalante, la misma que en 1899 había dado a conocer ?El florilegio? de Tablada).
De la ?Misa Negra? son estos versos, insólitos para su tiempo, con toda la carga herética y erótica que más tarde Rebolledo llevaría a las últimas consecuencias de lo carnal: quiero en las gradas de tu lecho/ doblar temblando la rodilla/ y hacer el ara de tu pecho/ y de tu alcoba la capilla.../ Y celebrar, ferviente y mudo,/ sobre tu cuerpo seductor,/ lleno de esencias y desnudo,/ ¡la Misa Negra de mi amor! De ese libro centenario son también estos versos de ?Onix?, otro de los poemas emblemáticos de Tablada: ¡Fraile, amante, guerrero, yo quisiera/ saber qué obscuro advenimiento espera/ el anhelo infinito de mi alma,/ si de mi vida en la tediosa calma/ no hay un Dios, ni un amor, ni una bandera! Lo que vendría después constituye una serie de libros espléndidos de los que ?El florilegio? fue un feliz anuncio: ?Al Sol y bajo la Luna? (1918), que prologó Leopoldo Lugones; ?Un día? (1919), ?Li-Po y otros poemas? (1920), ?El jarro de flores? (1922) y ?La feria? (1928).
Sin duda, la obra de Tablada fue, desde su primer libro, una insólita aparición que influyó grandemente en el camino que seguiría la lírica mexicana del siglo XX. ?Se le ha considerado escribió Héctor Valdés, en 1971 como estímulo, maestro, o paradigma... 'Onix' inspiró a los modernistas en la misma medida en que los 'poemas sintéticos' y las 'disociaciones líricas' enseñaron al grupo de Contemporáneos una nueva manera de poesía.?
¿Quién puede olvidar esos poemas sintéticos, es decir esos haikús que son, sin duda, los más hermosos de la lengua española: desde su Tierno saúz/ casi oro, casi ámbar,/ casi luz... hasta sus Trozos de barro,/ por la senda en penumbra/ saltan los sapos... , pasando por tantos otros que para muchos lectores han sido el descubrimiento deslumbrante de la poesía?
Una de las semblanzas sintéticas más exactas de Tablada la escribió José Emilio Pacheco a manera de caracterización y definición: ?Es el más 'fin de siglo' de nuestros poetas. Diecinueve años después con ?Un día? y ?Li-Po? se convierte en el iniciador de la vanguardia mexicana, cuando los jóvenes poetas aún son epígonos del modernismo, y no para allí su evolución pues tiene una última etapa ultramexicanista. Lo asombroso es que en cada una de ellas logra poemas excelentes.?
Octavio Paz encontró en Tablada un espíritu siempre curioso e insaciable, y consideró sus cambios de gusto no como piruetas sino como signo de su inagotable entusiasmo estético. Al recordar la edición de su primer libro, hace cien años, y al releer algunos de esos poemas anticipatorios, recordamos en general a este gran poeta que entregó a nuestra literatura una de sus intensidades que todavía conserva.


