Lunes 06 de enero de 2003
El 2003 asoma como una nueva oportunidad para reactivar al alicaído sector de las telecomunicaciones. Lo importante será tener claros los instrumentos con que se cuenta y, entonces sí, a tomar decisiones
Este año puede traer, a pesar del contexto internacional adverso, el inicio de una recuperación sostenida en el sector de las telecomunicaciones para México.
Comencemos por reconocer la dificultad que encierra la terquedad de sacar una nueva ley al gusto de todos. Entiéndanlo, es imposible y, por si fuera poco, los tiempos ya no dan. Así pues, ni es el único tema en la agenda ni, tampoco, es el más importante. Lo ridículo del asunto es que el desgarramiento de vestiduras ocurre como si no existiera hoy una ley en la materia o como si los instrumentos para su estricta aplicación estuvieran 15 metros bajo tierra. En pocas palabras: preocúpense más por la aplicación que por la reinvención de la ley. Si en verdad se quiere modernizar el marco legal del sector, comiéncese por identificar los puntos esenciales, mínimos, de una reforma a la actual Ley Federal de Telecomunicaciones, y verán que con una mayor precisión en las líneas de mando y de organización de la autoridad, con la ampliación del límite máximo de inversión extranjera y con algunos otros aspectos relativos a las asimetrías existentes en los distintos mercados, se puede lograr un auténtico avance en la materia, sin tanto sombrerazo.
Con la ley actual, el aspecto de la dominancia puede ser perfectamente atendido, mediante la aplicación estricta del título de concesión de Telmex. Es un verdadero instrumento regulatorio asimétrico que permitiría convivir a unos con otros, sin mayores conflictos. El problema, otra vez, es de aplicación y no de reinvención. Por ello es que en el Senado de la República se trabaja ya en la idea de crear una Comisión Especial de seguimiento de las previstas en la Ley Orgánica del Congreso, como una suerte de marcaje personal para éste y otros asuntos relativos al trabajo de regulación y supervisión de Cofetel, lo cual sería penoso para la autoridad reguladora. En cuanto al Impuesto Especial para los Servicios de Telecomunicaciones y Conexos, ya vimos que no hay la menor intención, por parte del Ejecutivo y sus dependencias, de eliminar este absurdo gravamen. De hecho, ahora resulta que la fracción priísta del Senado ha acordado ya con la Secretaría de Hacienda la exención de consumos por telefonía celular, cuya factura mensual sea de 350 pesos o menos. A su decir, esto se lograría con la expedición de un decreto presidencial, basado en el artículo 39 del Código Fiscal de la Federación. ¡Qué bien! En lugar de hacer la tarea en el periodo de sesiones en que conocen del tema, mejor se ponen de acuerdo after hours e intentan meterse por la puerta de atrás, con un resquicio jurídico que, ya está visto, fue impugnado con éxito por los mismos legisladores, cuando se hizo lo propio con el tema de los refrescos producidos con azúcar y discriminando a la alta fructosa.
Entiéndase bien que una cosa es dar la bienvenida a este tipo de ideas de exenciones adicionales al Impuesto Especial para los Servicios de Telecomunicaciones y Conexos, y otra es que elijan la vía jurídicamente menos certera para hacerlo. El 2003 debe ser, si nos lo proponemos y lo hacemos bien y a tiempo, el último año del impuesto especial a las telecomunicaciones, pero por vía idónea.
Otra noticia que puede influir decisivamente en el sector está relacionada con el famoso price cap o límite máximo de ingresos de Telmex en las tarifas de su canasta de servicios básicos. Este indicador prevalecerá por cuatro años, a partir del presente, y está compuesto por el nivel inicial y su factor de productividad. Sería una asombrosa casualidad el que el llamado brinco inicial fuera igual a cero, y que el factor de productividad se fijara en un nivel idéntico al de la inflación esperada. Con ello, caeríamos exactamente en el anuncio que hizo Telmex hace ya tres meses respecto de su decisión unilateral de congelar tarifas por segundo año consecutivo. Por ello es que la transparencia de dicho proceso obliga a conocer la opinión de los tres expertos convocados respecto del factor de productividad y el análisis que concluye con el aludido brinco inicial . Con suerte y en lugar de congelamiento, debiera ser reducción nominal (y no sólo en términos reales) de tarifas.
Hay una serie de temas igualmente importantes que se tendrán que desahogar como parte de la agenda del 2003 (reducción de las tarifas de interconexión; desahogo del pánel en la OMC; portabilidad de número; licitaciones de espectro y adecuación de las reglas de larga distancia internacional, entre otros). Ya hablaremos de ellos. Por lo pronto, uno inmediato que requerirá de la atención directa de la SCT es el de la definición clara de las líneas de mando y autoridad en la materia. Bastará con una serie de reformas al reglamento interior de la Secretaría y al decreto de creación de la Cofetel, ambos del ámbito exclusivo del Ejecutivo y no del Legislativo, para evitar la doble ventanilla entre facultades que hoy se comparten, y agilizar así los procesos de toma de decisiones.
Y también será importante conocer cómo es que se resolverá finalmente la integración del pleno de la comisión, si es que prevalece la errónea opinión de la Secodam, en cuanto al supuesto impedimento del comisionado Muñoz Balvanera, por conocer de asuntos de Telmex, y si se confirma que la candidata a comisionada jurídica no reúne los requisitos que, al efecto, establece el propio decreto de creación de Cofetel. En fin, una larga lista de asuntos por atender en este nuevo año. Así que como en los toros después de dos años, las novilladas quedaron atrás y comienza ahora la temporada grande.
javierlozano@jlamx.com