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La Voz Invitada | Poli Délano



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Martes 07 de diciembre de 1999

Poli Délano

Desde la FIL 99


Debido a que nunca me ha gustado mucho comer en los hoteles, durante los cuatro días que estuve en la FIL 99, alojado en el Guadalajara Plaza, me guiñaba el ojo un restorancito popular, estilo palapa, que está justo enfrente y tiene el curioso nombre de "El Lic." Me lo guiñaba como diciendo "pásele, ya verá qué bien se come aquí". Me dejo llevar por la tentación y me encuentro de pronto saboreando un motivador caldo de camarón "como en cantina", atención de la casa para empezar a negociar. Luego pido un Herradura reposado, con sangrita, y un campechano grande, en este caso de pulpo y camarón, rociado de la picante salsa Guacamaya y del jugo de tres exhuberantes limones. ¡Qué bárbaro! Lo único malo es que estoy solo. Así como no me gusta comer en los hoteles, tampoco me gusta comer solo. Pero ni modo, mis amigos mexicanos Hernán Lara, Ramírez Heredia, David M. del Campo, Gonzalo Celorio, Nacho Solares y René Avilés Fabila ya se han regresado al DF, y los demás escritores chilenos andan repartidos por aquí, por allá, la comida de homenaje a doña Tencha Bussi, tras el emotivo acto recordando al presidente Allende en la Universidad de Guadalajara, donde pronunció uno de sus más celebrados discursos en 1973; o bien la excursión a Tlaquepaque, donde estarán disfrutando de los hermosos trabajos artesanales o de la poderosa música de los mariachis, acompañando una cerveza. Le he dicho a la escritora Elizabeth Subercaseaux ("Una semana de octubre") y a su hermana Ximena, pintora que reside en Monterrey, que averigüen si aún existe esa tradicional artesanía erótica que era característica del pueblo: las gallinitas que se destapan para exhibir a una colorida pareja haciendo el amor. También les he dicho a todos mis amigos que visitan Guadalajara por primera vez, que no dejen de acudir al Hospicio Cabañas, a contemplar los murales de Orozco.

Yo no los he podido acompañar porque estoy en vísperas de mi regreso a la ciudad de México. Ya cumplí mis funciones en la feria, dos mesas redondas y la representación de mi libro "Entre la pluma y la pared", y ahora, con la música a otra parte.

Pienso que ha sido una buena experiencia, la FIL 99. Bastantes escritores chilenos, aunque, como es usual, no están todos: faltan notoriamente Ariel Dorfman, Ramón Díaz Eterovic, José Migue Varas entre los novelistas, José María Mermet y Tomás Harris entre las poetas. En los manicomios y las antologías suele decirse que "no están todos los que son ni son todos los que están", aunque no estén todos los que son. Mesas redondas de homenaje a los grandes de nuestra poesía (Mistral, Neruda, Huidobro), recitales (Gonzalo Rojas, Zurita, entre otros), conferencias, presentaciones de libros (Marcela Serrano, Antonio Skármeta, Dauno Tótoro, Volodio Teitelboim, Luis Sepúlveda), análisis colectivos de nuestra actual narrativa, por parte de sus propios cultores (Jaime Collyer, Hernán Rivera Latelier, Pedro Lemebel, Guido Eytel). Lamentablemente el novelista Roberto Bolaño faltó a la cita. Hubiera sido bueno que aprovechara la ocasión para aclarar algunas ideas que recientemente ha vertido acerca de sus colegas de generación y que produjeron polémica.

Y bueno, me perderé varias cosas que aún están por ocurrir, pero ya se termina el exquisito campechano, sigo solo y estoy en la hora precisa de cruzar la acera, entrar al hotel y subir al cuarto y preparar mi valija, antes de que me pasen a recoger para ir al aeropuerto.



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