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Cinecrítica | Cinecrit



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Sábado 16 de marzo de 2002


Luis XIV, entre el arte y el poder

La película se llama originalmente Le roi danse , es decir El rey danza y en efecto el rey Louis XIV (16381715) el llamado Rey Sol por la manera en que protegió las artes y la cultura, siendo además el constructor de Versalles (y no sólo el palacio, sino todo lo que lo rodea), amén de que protegió la música y la danza y en menor medida, el teatro, las letras y la pintura todo lo cual no le impidió gobernar con mano segura, ser un brillante militar, estratega, político, capaz de acabar con la discriminación religiosa por medio del Edicto de Nantes, acabando con una lucha inútil. En fin todas las cualidades que debía tener un soberano a caballo entre los siglos XVII y XVIII.

El título de la cinta es también adecuado porque el rey danzante dedicó muchos años a esta actividad y si bien no consiguió tener la maestría de un profesional (o el equivalente de lo que hoy es un profesional), dedicó años y esfuerzos, tantos que su madre Ana de Austria se preocupaba por las aficiones de su hijo, quien usando los privilegios de su majestad no le permitió entrometerse ni en la política de Francia ni en sus gustos y aficiones, y no dejó de danzar sino cuando en su "madurez-juvenil" comenzó a sufrir lesiones musculares.

Luis XIV es la cuarta película del cineasta belga Gerard Corbiau (1941), quien comenzó en el cine trabajando en el montaje, dirigiendo televisión y especializándose en asuntos y música; danza y canto. En los 80 escribió crítica de ópera y de música y en 1988 realizó el largometraje El profesor de música , premiada en diversos festivales europeos y fue candidato al Oscar por la Mejor Película de habla no inglesa. Su segunda cinta fue también muy elogiada: L`année de l`eveil (El año del despertar) 1991. En 1994, realizó la exitosa Farinelli que, se supone fue el más célebre de los cantantes castrados, tan de moda en siglos anteriores y las tesituras de voz muy agudas (sopraninos, contratenores, altos) que hoy existen, pero sin necesidad de ser castrados sino más bien con cultivo de la voz.

Gérard Corbiau ha coescrito junto con Eve de Castro y André Corbiau el guión, tomando como base el libro Lully ou les musiciens du soleil (Lully y los músicos del Sol) de Philippe Beaussant, que supongo le habrá servido mucho al cineasta y sus colaboradores. La película es absolutamente lineal con una sola ruptura de esta linealidad: Lully (Boris Terral) el gran compositor y conductor de esa época en Francia, dirige la música con gestos enérgicos y termina por herirse el pie con el bastón-batuta. La acción sucede realmente en el futuro, en relación con el resto de las acciones que vendrán: Lully morirá poco después por la gangrena provocada en el pie. La acción que sigue es como si el músico soñara o recordara su pasado. Naturalmente que este uso del tiempo no anula la linealidad.

La acción propiamente dicha comienza después, Jean-Baptiste Lully (1632- 1687), músico de origen italiano, nacido en Florencia y cuyo verdadero nombre es Giovanni Battista Lulli. Trata de acomodarse en la corte y ser francés: los cortesanos franceses se burlan de él, de su ropa y de sus olores: "No es favorable ser italiano en estos días", dice el músico a Luis XIV (Benoit Magimel). El rey sabe del talento del músico -apenas seis años mayor que él, le otorga la nacionalidad francesa: juntos harán un largo camino. Lully le escribirá ballets, óperas (crea la ópera francesa y la comedia-ballet junto con Molière), cumple los deseos de su rey: hacer de la música francesa la mejor de Europa, mientras Luis XIV consolida su poder absoluto políticamente y como protector de las artes.

Jean-Baptiste Lully fisgón (por celos), genio en la música para ballet, creador de muchas formas musicales como la obertura francesa, llevó a la mujer a la escena en los ballets, los que terminaba con una suite con bourré , gavote y gigue , mientras termina las óperas con una chacona (en esto fue seguido por Rameau y Gluck), compone para orquesta de cuerdas. Por otra parte es un homosexual vergonzante y misógino, esclaviza a su mujer como si quisiera vengarse, golpea a sus amantes. Después de haber hecho amistad con Moliére (Tcheky Karyo) y de formar con él una pareja cómplice (uno escribe las piezas, el otro les pone música), capaces de burlarse de la gente de la corte (obviamente no del rey), lo traiciona cuando ya no le sirve. "Soy tu amigo", le dice Molière enfermo y con una tos constante. "No tengo amigos", le responde Lully como si se tratase de Cambert, su enemigo desde que llegó, precisamente después del estreno de El enfermo imaginario . La música no tocará esa noche.

En cuanto al Rey Sol , es otro, dueño de vidas y de bienes, ha chocado muy joven con su madre, quien lo amenaza con el castigo divino: "Usas el nombre de Dios como un látigo", responde el rey. En una época, se hace acompañar de Lully con todo y sus músicos a todas partes, incluso cuando está con una mujer, una amante sólo separado de la música (y los músicos) por una cortina y una puerta. La música acompaña sus coitos. Con Lully se porta bien, salvo cuando el rey se cae bailando uno de sus ballets. No es culpa de Lully: el rey tiene ya 42 años, es lógico que falsee, se caiga y se lastime. Finalmente, tiempo después simplemente lo despide, como si fuera culpable de que ya no se vuelva a gritar como pidiendo silencio: Le roi danse! (¡El rey baila!).

Además de lo plano que puede resultar la película por su linealidad terca, lo que el cineasta compensa con una puesta en escena espectacular y por momentos deslumbrante. Pero, como en Farinelli , es que parece incapaz de filmar la música (desde este punto de vista, es mejor sin duda el compacto que ha editado Deutsche Grammophon). El mérito del cineasta es esa su necedad de filmar la música. También como en la película antes citada, Corbiau mezcla los hechos históricos y los personajes que realmente existieron en esos hechos con los personajes salidos de la ficción, lo que no es de ninguna manera condenable, al contrario, como tampoco lo es el que haya apostado por el montaje binario, basado en las correspondencias miméticas entre el sonido y la imagen. Lo mejor es que quedan muy claras las relaciones entre el arte y el poder.

Los actores están muy bien, porque son buenos actores. Magimel haría después de esta película La pianista . Boris Terral es excelente como Lully y también Tcheky Karyo cuyo Molière. En la fotografía, Gérard Simon no se asustó y resolvió problemas y no olvidemos la música cuyo asesor es Daniel Lipnick. Y en la cúspide Reinhard Goebel y el conjunto de Música antigua de Köln (Colonia).

Cines: Cuicuilco, Insurgentes, CNA, L.Reforma, Polanco, Perisur, Interlomas,Continental, Valle Dorado.



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