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Esfera Humana | Enrique Castillo-Pesado



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Viernes 25 de enero de 2002


Woody Allen, un músico de fin de semana

La fama y el prestigio de Woody Allen como realizador cinematográfico creador de un lenguaje particular en cine, lo convierte en una celebridad, además como actor ha logrado alcanzar un estatus casi legendario a través de varias décadas. Pero pocos saben de una afición que lo ha cautivado: tocar el clarinete. Aparte del cine ésta es su verdadera pasión y asegura que su afición musical desde la adolescencia no permite intromisión de sus otras actividades.



Toca el clarinete en un café neoyorquino

Muchos se preguntan porqué, Woody Allen escogió el ragtime como un ritmo favorito para entonar con su clarinete. La respuesta es poco clara, lo que sí es un hecho es que este pequeño instrumento de viento, especialmente del tipo que usa el ejército de la India con modalidad de 113 claves y un precio regular de casi 50 dólares, es el favorito de Allen. Con éste acompaña a la banda de jazz de seis miembros con la que se reúne todos los lunes en el Café Carlyle de Nueva York. Allí se conjugan el jazz clásico con el dixie , y el rag , que es cuando Woody Allen entra en acción con un "solo" que cautiva a todo mundo. Bien sabido es el interés de Allen en rescatar el blues de Nueva Orleáns y los sonidos espirituales de la música negra.



No falta a la cita desde $ hace cuatro años

Desde hace unos cuatro años Woody Allen no falla a la cita puntual con la música en dicho café neoyorkino para iniciar el ritual con el clarinete y su apasionamiento para reinstalar la era previa del dixieland de Nueva Orleáns. Allen introdujo como experimento el sonido del clarinete y lo mantiene presente como algo raro, algo novedoso y su favorito para ejecutar sus "solos" al lado de la banda, que por cierto se anuncia como la Orquesta de Nueva Orleáns de Eddy Davis y la actuación especial de Woody Allen a petición del propio cineasta, ya que querían presentarlo como titular del grupo, a lo que él se opuso. Woody reconoce que es la banda de Eddy y éste le permite tocar en ella, más no es él, el número uno en ella. El Carlyle Café es todo un icono de la ciudad y como tal a Woody siempre le ha encantado ese lugar. Recuerda que siempre lo ha frecuentado, además para sus citas de negocios y desde su juventud ya era un asiduo a dicho lugar, donde también filmó algunas escenas de su película Hannah y sus hermanas . Para el grupo musical tomó tiempo acostumbrarse a la acústica del local porque es muy íntima. Como este lugar se encuentra dentro del hotel del mismo nombre, la presencia de Woody Allen es un logro ya que siempre habían estado detrás de él y desde el tiempo que lleva presentándose cada lunes, su sola imagen ha sido un imán dentro de la escena nocturna neoyorkina.



Los críticos elogian



su calidad musical

La calidad musical de Allen ha sido comentada por grandes críticos y elogiada por el New York Times , así como de expertos europeos en jazz; sin embargo, él mismo, que se considera un autodidacta, niega su prodigiosa habilidad reconociendo que no sabe leer las notas musicales y si es bueno con el clarinete es por pura casualidad, lo único que él pone es lo mejor de sí para ejecutarlo. Considera que de la manera que él toca es para una reunión de sala con amigos y si lo aceptan para tocar en público es más por su fama como cineasta, cosa que no le complace mucho, más no así, la oportunidad de poder explayarse a través de la música. Lo que es evidente es la magia que la música ejerce en él, sumergiéndolo mientras toca el clarinete. El talento de Allen es enorme aunque él mismo no lo quiera aceptar y su presencia es cada vez más popular en las noches de la Gran Manzana .



La música de Nueva $ Orleáns, su obsesión

No fue sino hasta sus años adolescentes cuando Woody Allen, conocido antes por su verdadero nombre Allen Stewart Konisberg, tuvo su primer acercamiento con el jazz auténtico. Siempre llevando la contraria, dejó de interesarle Frank Sinatra y Tommy Dorsey, entonces los cantantes de moda, después de que escuchara al saxofonista Sidney Bechet en la radio. El recuerda que tendría 13 o 14 años cuando la mayoría de los chicos de su edad gustaba de dichos cantantes; sin embargo, él se sintió más atraído por la música de Nueva Orleáns y empezó por comprar su primer álbum y así sucesivamente otro y otro, era una especie de obsesión adolescente. Inspirado por Bechet, Allen intentó adiestrarse en el saxofón soprano a la edad de 15 años, pero se dio cuenta que tocar este instrumento no daba otra oportunidad de oírse más que como Sidney Bechet, así que entonces se inclinó a tocar mejor el clarinete como Johnny Dodds y George Lewis. Por años practicó con discos de fondo, pero ya a principios de los 60 Turk Murphy, el trombonista que revivía el jazz tradicional y propietario del club Earthquake McGoon de San Francisco, lo invitó a que tocara con la orquesta de la casa. Fue entonces cuando Woody se empezó a dejar ver tocando junto a otros amateurs en Nueva York, aun antes de iniciar su carrera en el cine. Sus primeras presentaciones ante el público de Manhattan empezaron a principios de los 70 y fueron meramente accidentales ya que para entonces su principal interés estaba en forjarse un lugar como comediante. De todas maneras, Allen disfrutaba mucho siendo parte de la banda y tocando con los demás integrantes de la orquesta, como lo hace de nueva cuenta hoy día. Antes de una presentación siempre practica por una hora u hora y media al día, como lo mostró el documental de Barbara Kopple sobre la gira europea de jazz de Allen filmado en 1998.

Es tanta la entrega de Woody Allen a su nueva actividad musical que la práctica de ella es algo relevante en su vida diaria, y cuando por alguna razón no puede hacerlo, como sucedió durante el periodo que duró la huelga del Writers Guild de América hace un año y que amenazaba peligrosamente a la actividad de la producción cinematográfica, se siente realmente preocupado. Lo que tuvo que hacer es buscar un tiempo libre y duplicar su práctica para recuperar el tiempo no practicado tal o cual día. Es su tenacidad precisamente lo que lo ha hecho destacar en cualquier tarea que emprende. Muchos se preguntan si su entrega a la práctica musical responde a una compulsión por hacer arte o por actuar. Tal vez un exagerado sentimiento de culpa como él mismo lo define. Si no practica a diario se siente lleno de culpabilidad, el no hacerlo durante dos días seguidos sería impensable definitivamente. Curiosa es la vida, de uno de los más grandes cineastas que diera el siglo 20, cuya inclinación por esta faceta del arte, es casi desconocida más allá de su fama como director, productor y actor, también otra manifestación del arte y de su enorme talento. Y hasta la próxima. ¡Abur! Comentarios: interdif@df1.telmex.net.mx



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