Opinion

Al llegar, me entregaron un ejemplar de los diez que me corresponden como antologado. Se trata de una veintena de "cuentos y relatos médicos y afines", según Herman Zepeda, el compilador, que en un brevísimo prólogo explica que debido a eso no escapan "el humor, la tragedia, las costumbres, la vida o la muerte. Ediciones "Platero".

Me gustan estas antologías monotemáticas. Yo mismo me confieso responsable de unas cuantas, como campeones del cuadrilátero (tema box).

De hinchas y goles (tema futbol), Adán visto por Eva (tema mujeres mirando al hombre) y algunas otras. Pero nunca se me habría ocurrido el tema de hospitales, cirugías o doctores. Me pongo a leer.

El relato de Carlos Cerda, "Viaje del poeta al corazón del tiempo" narra el tardío encuentro de Neruda con una anciana en el hospital de San Felipe. La anciana es nada, menos que la famosa "Guillermina" de su poema, la adolescente de la que el vate se enamoró localmente a los 14 años. En "Muerte del poeta", Enrique Lafoureade, con cierta cínica crueldad, da cuenta de las últimas horas de Vicente Hidobro en su casa de Cartagena. Mi padre, en "Autopsia", desentraña un caso policial, el asesinato de un bebé recién nacido por la memoria y ensoñación que experimente un paciente en los momentos inmediatamente anteriores a su operación.

Escritores escribiendo sobre temas relacionados con la medicina. Pero entre los antologados descubrimos también a un médico real, un médico que escribe, pero que primero es médico. El cuento "Autobiografía de un disléxico", del doctor Pedro Castillo es el relato en primera persona de un espermio que narra su dramática y fallida carrera por llegar primero a fecundar el óvulo.

Fue una agradable sorpresa, pero no pude permanecer en la tertulia. Mi compromiso era con Grijalbo y tuve que volver rápido a la firma de libros. Ahora puedo decir también que fue una agradable lectura.