Miércoles 19 de septiembre de 2001
Salvador Dalí fue un gran precursor, y la anécdota lo confirma. Una tarde del año 1974, recién cumplía los 70 años, recibió en su mansión de Cadaqués, a un destacado periodista cuyo propósito era contemplar el vigor de sus pinceles y conocer las inquietudes de su mente. Con más paciencia de lo habitual y mientras trabajaba sobre el Retrato ecuestre de Carmen Martínez-Bordiu Franco, Dalí explicó, divagó y concretó todo al mismo tiempo. Hablaba de la información genética de Leibinitz, al que curiosamente él llamaba Lepinitz. A los pocos días La Hoja del Lunes de Barcelona publicaba una hilarante versión del periodista, según la cual Salvador Dalí aparecía sumamente interesado en averiguar el número de VIPS que cabrían en un cuadro. Poco después el periodista no acertaría a comprender por qué el pintor se había indignado con su reseña. Nunca había oído hablar del concepto informático de unidad de información o BIT , y dándoselas de moderno, entendió que Dalí le hablaba de las Very Important Person , que pudieran caber en sus cuadros. En aquellas fechas la nación estaba más preocupada por la salud de Franco que por la del pintor; mientras en el Pentágono cavilaban sobre el modo en que la Unión Soviética no pudiera destruir el sistema de comunicaciones en un ataque nuclear concentrado. Pues bien, en aquel ya lejano 1974, Salvador Dalí era un personaje extraordinariamente coherente en sus inquietudes intelectuales, perseguido por presentadores de televisión y reporteros de prensa de extravagante ignorancia. Y es que la opinión general aún no logra sobreponerse, vencida por el renacimiento italiano y la dificultad de representar el volumen y la perspectiva sobre una superficie plana, exploradas hasta sus últimas consecuencias las ideas de la máxima belleza o de la máxima sinceridad.
Digeridas las singularidades revolucionarias como El Greco, Goya, Cézanne y Van Gogh. El arte contemporáneo marca el siglo XX buscando en todas las direcciones, hasta el punto de que Conrado Miseri llega a decir: "El arte hoy consiste en arrojar sobre un lienzo varios cubos de diversos colores, restregarlo fuertemente con un trapo... y después vender el trapo". Pero el desconcierto sobre Dalí está sólo en la opinión de una cierta crítica intelectual en el sentido de Arthur Clarke, para quien un intelectual es alguien más allá de su inteligencia, empeñado en interpretaciones freudianas de la obra de Dalí, cuando éste menospreciaba el psicoanálisis y lo pasaba mejor representando relojes blandos, ojos-caracol y narices de pera al modo de la fruta pintada por Arcimboldo. Dalí es un explorador y un adelantado, no ve la realidad como si estuviera sentado en la grada del estadio, desde ahí sólo se aprecia el gol en el momento en que se produce y en un ángulo determinado. En 1977 depositaba en su Teatro-Museo de Figueras el mejor ejemplo de arte pixelizado, el Retrato de Abraham Lincoln , que es a la vez Gala asomada a la ventana, y en 1989 precisamente el año de su muerte, dos científicos europeos del CERN , que se reconocen inspirados por dicha obra, desarrollaban la web o tela de araña que permite la transferencia y los saltos entre imágenes pixelizadas mediante el lenguaje HTML . Salvador Dalí fue un precursor de los cibernautas y hoy, mientras su teatro prepara su sitio de Internet www.dalistate.org el firmamento digital se ha poblado de innumerables páginas dedicadas a su obra junto con el gran Leonardo y con Escher, Dalí es hoy uno de los grandes en el mundo del Internet y se le conoce también como "la revolución digital o revolución silenciosa".
Cuando Bill Gates tuvo noticia cierta de ser el hombre más rico del mundo, que todavía lo es, pues él prometió destinar una parte de sus ganancias a la creación de un gran banco de imágenes para el libre de todo disfrute de los usuarios y así fue como comenzó rescatando en costosa subasta uno de los más apreciados códices del mercado: el que contiene el Tratado del agua de Leonardo Da Vinci. Un salvapantallas con las máquinas e ingenios de Leonardo, que se ponen en movimiento en cuanto el ordenador lleve cierto tiempo en estado de pausa, y contribuye hoy a la general ensoñación de que estamos dentro del proceso creativo de un nuevo Renacimiento. Los grandes mitos, sobre todo los que tienen una rica plasmación visual, van a ser conocidos masivamente hasta en el último rincón del mundo: allí donde alcance a existir un ordenador conectado. Y hasta la próxima. ¡Abur!.
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