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Artes Visuales | Mónica Mayer



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Sábado 11 de agosto de 2001

Mamá, quiero ser artista


Hace unos días, la directora de una escuela pedía mi opinión sobre una niña de 14 años que quiere abandonar la escuela para pintar. La semana pasada me invitaron a Diálogos en confianza en canal 11 para hablar del tema "Chavas en el arte": una y otra vez las artistas jóvenes mencionaban la oposición que enfrentan de sus padres que temen que se morirían de hambre. El lunes, en el programa de radio Pinto mi raya: un espacio donde las artes visuales suenan , Raquel Tibol afirmó que hay sobrepoblación de artistas, por lo que las escuelas tendrían que hacer un sondeo sobre las expectativas laborales reales de sus alumnos. Casi declara que habría que cerrar las escuelas de arte. Me visita la artista Carla Rippey y platicamos sobre lo que se necesita para sobrevivir en nuestro campo: la mayoría de los cuates con los que empezamos la carrera han desertado, pocos se han hecho ricos, algunos sobreviven del arte y otros como yo, aún teniendo presencia en exposiciones o festivales, ni remotamente lo hemos logrado. Todo esto me lleva a pensar que ahora que están por empezar las clases, es buen momento para reflexionar sobre esta carrera de obstáculos. ¿Qué le diría yo a un joven que quiere dedicarse al arte? Si tienes 14 años, acaba secundaria, métete a un Cedart (los bachilleratos del INBA especializadas en arte) y después a una escuela de arte con nivel licenciatura. Que bueno que tienes la pasión que se necesita para dedicarse al arte, pero no basta. Es importante asistir a la universidad: 1) Por los conocimientos que ofrece. 2) Por el papelito, hoy indispensable para dar clases. 3) Porque ahí conocerás a otros artistas apasionados como tú, con los que compartirás la vida y las ideas artísticas. 4) Porque ahí empezarás a descifrar cómo funciona el sistema artístico.

A los chavos que están pensando dedicarse al arte les recomiendo que lo piensen dos (o tres) veces. Además de vocación, pasión y de preferencia talento, si el artista quiere definir su propia investigación, necesita paciencia y resistencia, lo cual resulta más sencillo si tienen las condiciones de dinero, tiempo y espacio que le permitan esa libertad creativa. Si no, las desviaciones y los baches son difíciles de esquivar: o pintas del color de las salas de moda o te fusilas los catálogos de la última Bienal de Venecia para llamarle la atención a los curadores chichos.

La negociación entre hacer lo que uno quiere y lo que el exterior demanda es difícil, aún con éxito. Alguna vez Víctor Lerma y yo nos quejábamos del mercado y Manuel Felguérez nos consoló diciéndonos que éramos afortunados de no vender, pues luego uno no puede hacer lo que quiere porque los coleccionistas se espantan.

A quien esté por meterse a una escuela de arte le sugiero que lea El arte de vivir del arte de Felipe Ehrenberg, no porque concuerde con él cuando afirma que cualquiera que se lo proponga puede vivir de su producción artística de manera exclusiva, sino porque su manual para la autoadministración de artistas da una muy buena idea de todo lo que implica la chamba aparte de la talacha creativa. Con suerte dos o tres se desaniman. Pero más que pugnar porque haya menos artistas, creo que el reto es romper el círculo vicioso que impide que haya un mercado sano. Los artistas no vendemos por falta de públicos y no los hay porque a la hora de las crisis económicas (que ya llevan más de dos décadas sin interrupción) lo primero que se recorta son los presupuestos privados, personales o públicos, incluyendo los que permiten que haya educación artística desde primaria. Hay crisis y lo primero que restringen los medios, el otro gran formador de públicos, es la cultura. Tampoco hay públicos por falta de promotores culturales y porque los maestros de arte suelen ser artistas que no siempre están bien capacitados como docentes.

De entrada, yo propondría que las escuelas de arte capten más alumnos, pero que tengan especialidades en promoción y gestión cultural, investigación, pedagogía, curaduría y administración de las artes. Esto no sólo logrará que los artistas diversifiquen su campo de ingresos, sino que se profesionalice el gremio dedicado a crear públicos. Pero algo en lo que todos podemos participar es en emprender una campaña para que la tele y el radio le dediquen más espacio a las artes. Cada vez que enviemos una carta a un noticiero de televisión o de radio exigiendo más información cultural, por lo menos tanta como la de deportes, estaremos ayudando a que dentro de 30 años, esa niña apasionada por la pintura siga trabajando.

Correo electrónico: pintomiraya@hotmail.com



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