Sábado 14 de julio de 2001
Una diadema de diamantes valorada en dos millones de dólares brillaba entre las trenzas negras de la elegante joven sentada al lado del nuevo rey jordano, cuando la pareja recorría los 20 kilómetros tapizados de flores, el día de su coronación en junio de 1991.
El rey Abdullah vestía un traje militar de gala festoneado de medallas y con una faja roja. La hermosa Rania, a la que seis semanas más tarde nombraría reina, iba ataviada con un tradicional vestido árabe de color oro. Esta imagen ideal lo dice todo acerca de Rania, en la actualidad la reina más joven del mundo. Rania es muy consciente de la necesidad de respetar las tradiciones en un reino árabe conservador.
Pero, al mismo tiempo, es una mujer moderna y muy práctica.
Para empezar pidió prestada la tiara a su cuñada, la princesa Haya, que la había recibido de su madre, la anterior reina. "¿Por qué voy a gastar tanto dinero en algo que llevaré muy pocas veces?", dijo entonces. La reina Rania suele aparecer vestida con traje pantalón, aunque con modelos muy elegantes de Gianfranco Ferré o de la casa Chanel, que acentúan su esbelta figura de 1.72 metros de altura.
El día de la coronación de su marido fue también una de las pocas veces en las que Rania llevaba un chofer en su ciudad, ya que normalmente se sienta al volante de su Mercedes y conduce por las calles de Amman, para recoger a sus hijos del colegio o para acudir al cibercafé. "A veces simplemente me siento en el coche, pongo un CD y conduzco sin rumbo fijo, por puro placer", dijo una vez. Es verdad que la siguen los guardaespaldas, pero da claramente la impresión de que preferiría que no lo hicieran.
Lo más significativo ha sido su capacidad de romper la tradición árabe que sentencia que una mujer debe ser vista y no escuchada, y lo ha hecho de un modo tan elegante que sólo ha provocado quejas de los fundamentalistas más extremos. La reina Rania es diplomática por naturaleza, en una ocasióncomentó: "No busco la revolución, se trata de tomar lo mejor del pasado y de mirar hacia el futuro, tanto mi marido como su majestad Hussein han respaldado que la mujer tenga un papel más activo en la sociedad".
La elegancia con la que ha asumido la corona es tanto más impresionante en cuanto ella no estaba destinada a este puesto. Rania Al-Yassin nació el 31 de agosto de 1970, hija plebeya de Faisal AlYassin, una pediatra. Abdullah ha dicho que fue amor a primera vista lo que sintió cuando la conoció en 1993 en una cena organizada por su hermana, para entonces Rania estaba trabajando para Apple Computers y Abdullah era un militar profesional con cierta fama de seductor.
Abdullah no esperaba llegar a ser rey, ya que cuando tenía tres años su padre el rey Hussein trasladó la sucesión al trono de su hijo mayor a su hermano, el príncipe Hassan, ya que el rey temía que el trono se viera en peligro si él era asesinado y lo heredaba un niño. Sólo volvió a nombrar heredero a Abdullah dos semanas antes de su muerte en febrero de 1999.
El noviazgo de Rania y Abdullah resultó bastante corto, ya que dos meses después de conocerse el rey Hussein acompañó a su hijo para pedir la mano de Rania. Abdullah y Rania se casaron en junio de 1993, a partir de ahí sus vidas en realidad no diferían mucho. Ella dejó su empleo ya que se puso a trabajar para causas benéficas y creó la fundación Río Jordán, y Abdullah pasaba mucho tiempo en el desierto como comandante en el ejército.
Llegaron dos hijos, el príncipe Hussein el 28 de junio de 1994, y la princesa Iman que nació el 27 de septiembre de 1996. En 1999 todo cambió ya que el rey Hussein que había estado ingresado en la clínica Mayo de Minnesota para someterse a un tratamiento del cáncer que padecía, regresó a casa supuestamente curado, antes de dos semanas sufrió una recaída y murió.
La imagen de Rania enjugándose las lágrimas a la llegada del rey a Amman, hizo que se ganara el afecto de los jordanos. Rania se encontraba en casa ordenando fotografías de los niños, cuando llegó su marido para decirle que ella sería la próxima reina de Jordania. Ella sólo contestó: "De acuerdo", mirándole a los ojos, después siguió clasificando las fotografías, eso fue una actitud de rechazo.
A pesar de que la casa no cae en la ostentación, los guardias armados y el alto muro de protección que la rodean indican claramente un hogar digno de una reina, y también es evidente que Rania está a la altura de dicho papel.
A diferencia de la reina Noor, la hermosa viuda de Hussein es estadounidense de origen libanés y criticada por algunos jordanos por ser demasiado occidental, en cambio la sangre de Rania es ciento por ciento árabe, lo que la hace totalmente aceptable, incluso para su marido, porque en el medio inglés la herencia palestina de Rania también es un símbolo de unidad en un país en el que 60% de sus habitantes es palestino, en su mayoría refugiados y 40% es beduino.
En la actualidad sus incuestionables credenciales son especialmente importantes con los palestinos y los israelíes luchando por la paz al otro lado del río Jordán, pero estas mismas credenciales la colocan en un lugar difícil dentro del escenario mundial, y por esta razón prefiere no hablar abiertamente sobre la situación política de la región.
Ella y su marido han infundido esperanza a una nueva generación de jordanos, con más de un 50% de población menor de 20 años, la joven pareja ha decidido que lo que necesita Jordania es poner en marcha su tullida economía y dejar atrás una ideología anticuada. A diferencia de la reina Noor que se convirtió en embajadora internacional, la reina Rania se ha centrado en asuntos internos, con acierto y moderación en todos los casos.
Convirtió a Jordania en el primer país árabe en afrontar abiertamente el problema del abuso infantil, al ocuparse personalmente del tema y fundar un centro para las víctimas, cuando realiza visitas a las escuelas en lugar de regalar caramelos regala ordenadores, a la hora de impulsar su causa favorita, la microafinación, utiliza expresiones diferentes según a quien tenga que convencer.
Cuando habla con inversores internacionales lo llama habilitación en las aldeas de Jordania, habla de mujeres capaces de ganar el pan. Es posible que Rania sea la primera reina del mundo árabe que utiliza un ordenador portátil, pero siempre es recibida con los brazos abiertos en las moradas más humildes. Fuera de su país se le ha comparado con la princesa Diana de Gales y hasta con Jackie Kennedy. Para la gente de Jordania no hay nadie como la reina Rania y están muy orgullosos de ella. Y hasta la próxima. ¡Abur! Recibo sus comentarios en mi correo electrónico: interdif@df1.telmex.net.mx


