aviso-oportuno.com.mx

Suscríbase por internet o llame al 5237-0800




Comentario Internacional | Alberto Cravioto



COLUMNAS ANTERIORES


Sábado 17 de febrero de 2001

Alberto Cravioto

Israel y ONU, ¿esclavitud o libertad?



El origen y persistencia del conflicto palestino-israelí tiene su raíz en una incapacidad del pueblo judío y de sus dirigentes para asumir su injusto pasado: el haber sido despojados sus ancestros de la tierra que habitaban, teniendo que vagar por el mundo sin un hogar y siendo sujetos del racismo, prejuicios y discriminación de los pueblos de otras naciones donde se hospedan. Asimilar ese pasado no sólo podía consistir en volver a la milenaria tierra de sus antepasados deseo incrementado además por el fervor religioso sino también en asimilar las consecuencias de los medios utilizados para tal fin. Y la raíz del conflicto consiste en que se escogió como medio implícito el recurso de la limpieza étnica, ligando así el sionismo a la criminalidad y generando una nueva identidad cultural judía basada en la realización y consolidación de dicha barbarie. Así nació, creció y buscó consolidarse el Estado de Israel.

Las políticas del primer ministro saliente (Barak) y del recién electo (Sharon) tienen en común una misma lógica de limpieza étnica: Jerusalén este no puede ser la capital de un futuro Estado palestino, pese a haber sido invadida en la guerra de 1967 por Israel; y pese a que la resolución 242 de la ONU exige el desalojo de los territorios árabes ocupado en 1967 por los hebreos. Consecuentemente, lo que está implícito en esa actitud es que basta con que Jerusalén haya sido poblada hace miles de años por ancestros judíos para que se anexe de facto al Estado israelí legitimando así implícitamente la limpieza étnica y el genocidio como medios para consolidar y expandir dicho Estado.

El terrorismo de Estado está así implícito en la política sionista de ayer y hoy, produciendo una nueva identidad cultural judía basada en la barbarie y en la infracción a la identidad cultural religiosa hebrea. Es desde esa mentalidad que Barak se plantea erradicar el terrorismo palestino asesinando a los terroristas. Así ha ejecutado extrajudicialmente, su régimen, a más de 20 dirigentes de la nueva Intifada. Masud Ayad, miembro de la guardia que custodia a Arafat, ha sido la víctima. La revancha terrorista en previsible. La región puede incendiarse más aún. ¿La ONU puede seguir siendo indiferente a ello?

Si el pueblo israelí y sus dirigentes no generan una nueva identidad cultural alternativa a la actual de limpieza étnica, la región entrará a una guerra abierta. Sólo la salvará la conquista de la libertad de todos los pueblos: del palestino, del hebreo y de los miembros de la ONU.

Pues esa organización también ha caído en la esclavitud al aceptar implícitamente la lógica de limpieza étnica del sinosismo, al ser incapaz de hacer cumplir la resolución 242 que ella misma emitió.

Sharon incrementará el terrorismo de Estado de Barak. El motor de la paz estará entonces en la ONU, no sólo en Estados Unidos. Si ella hace cumplir la resolución 242, impulsará el surgimiento de una nueva identidad cultural judía que ajuste cuentas con su pasado criminal y de nacimiento a la libertad como fundamento para la paz y solidaridad de todas las naciones.



PUBLICIDAD.