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Cae uno por muerte de luchadores

Claudia Bolaños y Fernando Martínez| El Universal
Viernes 03 de julio de 2009
Cae uno por muerte de luchadores

SE BUSCAN En la imagen, los retratos hablados de las presuntas homicidas de los luchadores. (Foto: ESPECIAL )


claudia.bolanos@eluniversal.com.mxfernando.martinez@eluniversal.com.mx

Las investigaciones sobre la muerte de dos miniluchadores dieron un giro al descubrirse que se manipuló el video de seguridad del Hotel Moderno, en el número 9 de la calle Incas, donde se hallaron los cadáveres de La Parkita y Espectrito II, por lo que fue detenido su administrador, Uriel Gutiérrez.

Las líneas de investigación también apuntan a que en la muerte de los luchadores, estaría vinculado un grupo criminal.

Además, se conoció que en sus declaraciones, los empleados del hotel mintieron con respecto a las características de los responsables del doble homicidio.

Se sospecha que los responsables podrían ser travestis, aunque no se descarta que sean mujeres, lo cual complica su captura, aunque existen retratos hablados.

Durante la tarde noche de ayer, la Procuraduría de Justicia del Distrito Federal realizó operativos en hoteles, antros y bares de la zona de Garibaldi, donde varias personas fueron aseguradas en calidad de presentados para tomar su declaración ministerial.

Entre los detenidos se encuentran cadeneros y prostitutas, así como otros empleados, para investigar si los o las homicidas pertenecen alguna red de delincuencia organizada dedicada principalmente al robo.

Sepultan a gladiadores

Ayer, en el Panteón San Lorenzo Tezonco, en Iztapalapa, familiares, amigos y admiradores de los luchadores Parkita y Espectrito II sepultaron sus cuerpos.

“Parkita, Parkita...”, se escuchaba en el cementerio, y cual si la porra ruda respondiera, otros gritaban “Espectrito, Espectrito”.

Una oración y un aplauso despidieron de su hogar a los cuerpos sin vida, con rostros cubiertos por las máscaras que los hicieron grandes en los encordados, en el camino hacia su última morada.

Minutos antes, los luchadores que compartieron el vestidor y los viajes con los gladiadores que partian, daban el último adiós a sus amigos; momento que Espectrito I, al borde del llanto, aprovechó para abrazarlos y agradecer su presencia.

Cuando la caravana se acercaba al cementerio, el cielo soltó las primeras gotas para recibir a los dolientes.

Los acordes del mariachi sonaron y la entrada al panteón marcaba el final de la ceremonia. Sorprendidos por el movimiento, los curiosos preguntaban quiénes iban en los ataúdes. “Dos grandes”, respondían los aficionados de los gladiadores, que llegaron al lugar con pancartas.

En hombros, como en sus mejores noches sobre los cuadriláteros, los minigladiadores llegaron al lugar donde sus restos descansarán eternamente.

Espectrito I no pudo más, la coraza de fuerza en la que se envolvió para soportar la tragedia familiar desapareció, el dolor fue más fuerte y se desvaneció entre los dos féretros, alzando la mirada al cielo para ofrendar sus lágrimas.

El momento en el que los ataúdes fueron colocados en las fosas fue acompañado por un rezo, y la lluvia aumentó su intensidad para mezclarse con las lágrimas de los hijos de los luchadores fallecidos, que aventaban puños de tierra y rosas sobre los ataúdes para despedir a sus padres.

Dos vidas paralelas que partieron de gira a una empresa eterna, y que recibieron coronas en su honor, los últimos trofeos para las estrellas del ring.

(Con información de Gabriel Cruz)

 



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