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Migrantes buscan nueva ruta

TEXTO JUAN MANUEL BARRERA/CORRESPONSAL juan.aguirre@eluniversal.com.mx • FOTOS MIGUEL ESPINOSA| El Universal
Jueves 24 de julio de 2008
La llegada del tren ha vuelto más peligrosa la zona de vías de Tultitlán para los indocumentados, que buscan sitios más seguros para subir al ferrocarril, algunos tan alejados como los límites de Huehuetoca y Tequixquiac, revela diagnóstico

TULTITLÁN, Méx.— La construcción de la enorme estación Tultitlán del Tren Suburbano no intimida a los migrantes centroamericanos, que a unos metros de ahí descansan por decenas bajo la sombra de los árboles en espera del ferrocarril que los lleve al norte.

Sin embargo, la llegada del Suburbano ha vuelto más peligrosa la zona de vías de Tultitlán para los indocumentados, que buscan sitios más seguros para subir al ferrocarril, algunos tan alejados como los límites de Huehuetoca y Tequixquiac, a 30 kilómetros de distancia, en donde en ocasiones se reúnen hasta 500 indocumentados.

Un diagnóstico de la Comisión de Pastoral Social de la Iglesia católica, elaborado por alumnos de Trabajo Social de la UNAM, advierte que el paso de migrantes centroamericanos por la zona norte de la ciudad de México será afectado por el Tren Suburbano, cuya operación en este tramo –programada para octubre próximo— implicará más riesgos para los ilegales.

“La modificación del espacio social y geográfico es un componente que cambiará la forma en las relaciones de los emigrantes con el entorno. Buscarán lugares más seguros pues se tratará de evitar el peligro de enfrentar el confinamiento del Suburbano”, advierte el estudio.

El documento también señala que “el Tren Suburbano, Arco Norte y rutas de autobuses, se convertirán en una opción más para el traslado de emigrantes que salgan rumbo a una nueva estación de transferencia, la cual eventualmente será Huehuetoca”.

Janet Torres, propietaria de una tienda ubicada en la colonia La Concepción, en Tultitlán, señala que continúan llegando cientos de ilegales –en su gran mayoría hondureños— a Lechería, aunque ahora enfrentan más riesgos, e incluso trabajadores que laboran en la construcción de la estación Tultitlán les quitan sus pertenencias.

En las vías de Tultitlán, que comprende desde Lechería hasta la colonia La Concepción, se observan decenas de migrantes descansando bajo la sombra de árboles y bardas, casi todos hambrientos y sucios.

Jhony Ramos, hondureño de 25 años, que llegó a Lechería luego de 23 días de camino, asegura que en México lo asaltaron en dos ocasiones. Lo despojaron de dinero, zapatos y ropa; “nos roba la gente, los policías, cualquier persona”; relata.

Aguardó durante dos días el ferrocarril en la colonia La Concepción, junto con más de 50 centroamericanos, pero personal del tren les impide abordarlo.

Yesenia Jamilet Pineda, también de Honduras, de 17 años, narra que la pobreza la obligó a salir de su país en busca de un mejor futuro para su familia, aunque el viaje en tren es más peligroso para los mujeres, ya que “se sufre, pero con ayuda de Dios estamos allá”.

Son las historias de Lechería, en Tultitlán, pero lejos de ahí, sobre la misma vía, en el kilómetro 50, en la zona conocida como El Embarcadero, en los límites de Huehuetoca con Tequixquiac, otros migrantes esperan en despoblado el tren que los lleve al norte.

También les dan ayuda

Maximino Martínez Álvarez, auxiliar de una empresa dedicada al movimiento de carga del ferrocarril, ubicada en El Embarcadero, afirma que hasta ese punto llegan centroamericanos y “viene gente de Tequixquiac a darles de comer, agua, comida y todo”.

Cerca del tiradero de Tequixquiac, en un camino de terracería del barrio San Mateo, un improvisado altar a la Virgen de Guadalupe recibe a los migrantes. La imagen de papel de La Guadalupana está rota y a los pies del árbol donde está colocada hay varias botellas de plástico llenas de agua.

Adrián Rodríguez es una de las personas que ayudan en este lugar a los centroamericanos, a quienes defiende de policías que intentan extorsionarlos y regala agua y comida. “Llegan hasta 500; aquí vuelven a agarrar su camino. Aquí agarran el tren”, indica.

El diagnóstico concluye que “la red de solidaridad compuesta por ciudadanos mexicanos (principalmente comunidad cristiana) y centroamericanos siguen siendo un oasis en el camino para todo emigrante que busca pasar rumbo a Estados Unidos a través del norte de la zona metropolitana. Por lo que se convierte en una alternativa de corto, mediano y largo plazo en la atención de las problemáticas que enfrentan los emigrantes”.



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