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Caso Wallace: sólo falta una pieza del enigma

Wilbert Torre| El Universal
Miércoles 05 de diciembre de 2007
El arresto de implicada, hecho en Estados Unidos, podría descifrarlo

WASHINGTON.— Más que una mesera descrita como una trigueña de cabello negro, ojos coquetos y dientes muy blancos, una de esas mujeres que no pasan inadvertidas, Brenda Quevedo es uno de los últimos eslabones en la cadena del grupo que operó el secuestro y asesinato de Hugo Wallace. Su arresto en Louisville, Kentucky, podría descifrar el enigma sobre el sitio donde el empresario aficionado a las moticicletas fue sepultado por sus captores en julio de 2005.

Antes de internarse de manera ilegal en Estados Unidos para trabajar como mesera en un restaurante famoso por cocinar la mejor paella valenciana de Lousville, Brenda Quevedo Cruz fue novia de Jacobo Tagle Dobín, un hombre joven de origen judío que compartía con Wallace una gran afición por las Harley Davidson. Brenda, una joven guapa que en Louisville se hacía pasar como venezolana, no sólo era una novia linda: era un señuelo, una mujer que atraía hombres con engaños a la banda de secuestradores.

Ella estaba en la casa de la colonia Extremadura, a donde Wallace, un abogado divorciado de 36 años, fue llevado la noche del 11 de julio de 2005 después de asistir a una función de cine. Fue la mujer que acompañó a Jacobo Tagle y a César Freyre, jefe de la banda criminal, a sepultar los restos mutilados del empresario tras ser golpeado por los secuestradores.

Brenda Quevedo es una de las piezas finales del rompecabezas criminal que a lo largo de casi dos años y medio armó la señora María Isabel Miranda, madre de Wallace, una antigua maestra de escuela que mutó en publicista del secuestro y en incansable detective que siguió las pistas de los integrantes del grupo criminal.

La idea del secuestro fue de Jacobo Tagle. Encontró un gancho perfecto en otra de las pasiones de Wallace: Las mujeres bellas. Le presentó a Juana Hilda González, una bailarina que formaba parte de un grupo de rock llamado Clímax. Los tres fueron al cine el 11 de julio y por la noche dos hombres lo interceptaron en su camioneta Cherokee. Lo amenazaron con una pistola y lo hicieron manejar hasta el departamento en la colonia Extremadura.

En ese lugar, ubicado en la calle de Perugino, Wallace, un hombre alto y robusto, peleó con sus captores. Lograron someterlo y fue golpeado de manera brutal. Un niño escuchó la riña y un policía llegó al departamento, pero los secuestradores lo convencieron de que no sucedía nada.

Unas semanas después del secuestro María Isabel Miranda recibió una carta con fotografías de su hijo y una petición de pago de rescate por casi 1 millón de dólares. Dio parte a la policía y días después recibió otro mensaje: Le advirtieron que sabían que había acudido con las autoridades y la amenazaron con matarlos a ambos. Llegaron tres cartas más y ella envió mensajes a los secuestradores a través de los periódicos. Después no volvió a saber más de ellos.

Miranda localizó la camioneta cerca del departamento y ahí comenzó la investigación preguntando a los vecinos sobre sus habitantes. Le hablaron sobre un policía y una bailarina. Viajó a Guadalajara y consiguió la dirección de Juana Hilda González. Regresó al Distrito Federal y por días vigiló otro departamento donde vivía la bailarina. Seis meses después del secuestro la policía la detuvo. Miranda encontró algunas fotografías que la llevaron a Morelos, donde obtuvo el nombre del ex policía: César Freyre.

La odisea continuó: Miranda localizó a Freyre, quien le puso una pistola en la cabeza hasta que fue derribado por un hermano de Miranda y detenido por la policía. La madre de Wallace recibió información anónima que condujo a la aprehension de los hermanos Alberto y Antonio Castillo, otros dos miembros de la banda.

Dos años y cuatro meses después del asesinato dos de los implicados continuaban libres: Brenda Quevedo y su ex novio Jacobo Tagle. Quevedo fue arrestada por el FBI y en unas semanas será deportada a México.

Sólo falta una pieza en el rompecabezas de la señora Miranda: Jacobo Tagle, el ideólogo del secuestro.



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