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Presumen canibalismo del homicida

Icela lagunas| El Universal
Jueves 11 de octubre de 2007
Autoridades lo relacionan con al menos tres asesinatos de mujeres

icela.lagunas@eluniversal.com.mx

De un cajón sacó los cuchillos, luego depositó la carne en agua caliente que hirvió por varios minutos en la estufa. José Luis Calva Zepeda cocinaba con esmero. El platillo del día: la mano y la piel de la mujer que había sido su última pareja sentimental, Alejandra, a quien había descuartizado horas antes.

En la tina de baño de aquel pequeño departamento que rentaba en la calle de Mosqueta número 198, en la colonia Guerrero, el presunto caníbal destazó con paciencia la pierna y el brazo derecho de Alejandra Galeana Garavito, según las investigaciones de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal.

Los investigadores encargados del caso perfilan al fallido escritor de novelas de terror para cine y teatro como el primer caníbal en la historia de los crímenes de la ciudad de México.

Calva Zepeda fue detenido la mañana del lunes 8 de octubre cuando la policía llamó a su puerta.

La Policía Judicial investigaba la desaparición de Alejandra desde el pasado 5 de octubre. Al mismo tiempo, la Policía Preventiva se presentó al mismo lugar y a la misma hora para atender una denuncia de los vecinos que reportaron un hedor que salía del departamento de José Luis.

Al percatarse de la presencia de los policías, intentó huir por un balcón, pero fue detenido en la calle por los policías judiciales.

Tras su detención por la actitud sospechosa que presentó, acudieron periodistas al lugar, quienes a través de la radio difundieron la noticia.

En otra parte de la ciudad, la señora Judith Casarrubia escuchaba por la radio de la captura de un presunto homicida, y al oir el nombre de José Luis Calva Zepeda, lo relacionó con la pareja de su hija Consuelo, quien había sido también su novia y que fue asesinada. Su cuerpo mutilado fue abandonado en el municipio mexiquense de Chimalhuacán.

De inmediato se trasladó a la colonia Guerrero, y pidió a los policías preventivos detener a José Luis por el homicidio de su hija, ya que desde hace cuatro años se encontraba prófugo de la justicia en el estado de México.

Mientras tanto, los policías judiciales revisaban el departamento de Calva Zepeda, y se encontraron con una escena de crimen que los dejaría atónitos.

En la cocina descubrieron que el brazo de Alejandra se cocinaba en un caldo espeso, sanguinolento; la pierna se encontraba dentro del refrigerador.

Listos para consumir estaban unos platos que tenían trozos de carne aderezada con limón en la mesa que servía como desayunador. Los peritos los analizan para determinar si se trata de restos humanos y si José Luis se preparaba para comerse a su última novia.

Además, hallaron dentro de una caja de cereal algunos huesos. En el clóset descubrieron el tronco de Alejandra.

Practicaba brujería

Calva Zepeda no sólo quería ser novelista de terror. También escribía poemas como “El caminante”:

“Algún día todos tendrán que seguir al caminante”, dice un fragmento del texto que escribió el presunto descuartizador y caníbal, quien vendía copias de sus escritos los fines de semana en tianguis como El Chopo y Coyocán.

Al recorrer el piso amarillento del departamento 17, las gotas de sangre guiaron a los policías a nuevos hallazgos esa tarde del lunes.

Al poco rato, el lugar estaba repleto de policías y peritos en criminalística, quienes al registrar la vivienda encontraron cuchillos, libros de brujería, veladoras y textos de terror, algunos escritos de su puño y letra.

En el guardarropa se encontró un traje de mallón con un sujetador que, a la altura del pecho, simulaba dos tetillas en aluminio y entre camisas, cobijas y sábanas, había unos antifaces multicolores “como los que utilizan las bailarinas en el carnaval de Brasil”, dijo una fuente de la policía.

Hasta ahora, las autoridades lo relacionan con al menos tres homicidios de mujeres, encontradas descuartizadas en diferentes puntos: la primera en Chimalhuacán, Verónica Consuelo Martínez Casarrubia; la segunda en Tlatelolco, una presunta sexoservidora conocida como La Costeña, y la tercera, Alejandra Galeana Garavito.



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