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"Vamos manita, esfuerzo, por el Señor de Chalma"

Lourdes Almazán| El Universal
Sábado 26 de mayo de 2007

Algunos caminaron lento, otros más rápido, pero eso no importó, el palpitar de su corazón fue el mismo, se acentuó tras cada cerro o loma que cruzaron, cada vez más cerca de su "Señor", devotos con la fe en alto acudieron a la tradicional peregrinación anual hacia el Santuario del Señor de Chalma.

El frio y el cansancio se apoderó de sus cuerpos por más de tres días; el cerro del Ajusco se convirtió en el último lugar para arrepentirse de continuar.

Café de olla y un bolillo fueron los últimos alimentos que fieles, representantes de barrios, pueblos y asociaciones católicas del DF consumieron en la noche.

Un suspiro de cansancio se hacia presente al ver a los devotos cargando sobre sus espaldas los pesados nichos. "La fe mueve montañas y mi Señor me va a permitir llegar hasta Chalma, con mis tenis Nike, si llego", comentó Lupita Cruz, de 65 años.

Chalma es un poblado que pertenece en lo civil y hacendario al municipio de Malinalco y en lo eclesiástico, a la parroquia del Apóstol Santiago de Ocuilán. En sus alrededores tiene municipios del estado de México, Puebla, Morelos, Hidalgo y Tlaxcala; los cerros que rodean al Santuario de Chalma y donde miles de fieles culminan su andar son topográficamente muy accidentados.

"Estuvo bien pesada la subida, hasta sude", platicaba un joven a su acompañante, quién cargaba una grabadora y repetía la misma canción "lo que paso, paso, entre tu y yo" y gritaba incesantemente: "Es por ti que estoy aquí, sólo por ti".

Las manos fueron necesarias para subir el último de los 14 cerros y llegar al primer sitio de descanso, donde vendedores esperaban a los fieles desde un día antes.

Una luz destellante marcó el primer descanso largo, "Agua de Cadenas", un pedazo descubierto de bosque dotado de cabañas.

En las cabañas, tras pagar 20 pesos, el olor a pies, sudor y aliento abundaba. Las cobijas no fueron suficientes para soportar el frío, cuerpo con cuerpo los peregrinos se trasmitieron calor.

Por la mañana, el sol obligó a los devotos a desprenderse de sus chamarras que los protegerían del largo camino a Santa Martha, poblado donde las casas de los habitantes los acogen por seis o siete horas para su segundo descanso.

"No, ya no quiero subir, me duelen horrible las piernas"; "yo ya me quedó aquí"; "vamos manita, un último esfuerzo, por el Señor de Chalma", eran exclamacio nes que anuncian el difícil reto de haber caminado por más de un día y medio para cumplir su manda.

Durante su estancia en Santa Martha, los acompañantes del nicho del Señor de Chalma se rolaron para cantarle las "nochecitas", "Padre mío, Señor de Chalma, ya es tiempo de descansar...", una canción que por más de 100 años ha acompañado a las diferentes peregrinaciones. Con dolor y cansancio María de la Cruz González, agradecida por haber llegado hasta este punto, mojaba su cara en el helado manantial que proviene del árbol del Ahuehuete.

Con su corona de flores bailó con su padrino, pues como tradición, la primera vez que un peregrino va caminado a Chalma, esté tiene que recibir una corona de flores y bailar con su acompañante, como símbolo de las virtudes y bondades que el devoto le viene a ofrecer al Señor de Chalma.

Después, María olvido el cansancio, pues se encontraban descendiendo hasta el Santuario, semejante a un vía crucis, azotada por la marabunta de vendedores de rosarios, tambores, cruces, costales de tierra con un letrero que decía "tierrita santa de Chalma", su corazón comenzó de nuevo a palpitar fuertemente.

Un respiro, ya que un domingo mayo su manda del año pasado fue cumplida. El momento nostálgico que lo peregrinos del DF experimentaron fue visible, derramando lágrimas agradecían al "Señor" por haberles permitido llegar y salvarlos por sus pecados.



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