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Héroes del bosque, en lucha constante

El Universal
Domingo 27 de marzo de 2011
Hroes del bosque, en lucha constante

VIGÍAS. Los bomberos recorren las montañas, si ven algún incendio, lo reportan para que lleguen los refuerzos caminando entre pastizales, árboles y rocas. (Foto: )


Allá arriba, sólo se escucha la fuerza del viento. La piel de Santiago está curtida por el frío del Ajusco. A tres mil 436 metros sobre el nivel del mar, casi en el punto más alto del DF, Santiago Romero, campesino de 40 años, oriundo de Xochimilco, se dedica a observar las montañas y el bosque. Y a reportar los incendios.

“Me dijeron: ‘tú te vas para allá arriba y reportas si ves el incendio’, pero aquí arriba es otra cosa, con el paso del tiempo vas adquiriendo la experiencia necesaria”, relata el hombre de piel morena y ojos grandes, vigías.

Abajo, las cosas son diferentes. Es estar frente a frente con el fuego. Adonde Santiago indica que está la columna de humo, a través del radio, allá van los combatientes. Viajan en camionetas de redilas. Van de a 15. Vestidos de amarillo. Con azadones, palas. Luego, caminan entre pastizales, árboles y rocas para llegar.

“Aquí se arriesga uno mucho, anda adentro de la lumbre, sólo tenemos la tierra para combatir, el humo te ahoga mucho”, describe Estela Bolaños.

En días laborales, la mujer de 40 años se dedica a sofocar incendios. Con pala en mano y sin casco porque le estorba, según dice, trabaja en equipo con su brigada. Pero en sus días de descanso, se dedica al hogar, a su hijo. Es madre soltera. Jefa de familia.

“Ahorita están muy escasos los trabajos y conforme pasa el tiempo va haciéndose uno más grande y más grande; es muy difícil encontrar trabajo y aquí mientras nos den trabajo, pues ya”, explica la mujer cuando se le pregunta por qué se dedica a esto.

Sin embargo, hay una razón más importante. Le gusta. “Me gusta el trabajo de campo, me gustan los árboles, siempre he trabajado del campo”.

Raúl Rodríguez apenas terminó la secundaria. A sus 20 años, lleva tres en esto de apagar incendios. “Me gusta el medio ambiente”, explica. Su aspiración es lograr la plaza de base. Ascender. “Voy haciendo antigüedad; más adelante llegaré a la base, primero Dios, y luego, a jubilarse, o lo que Dios diga”, dice el heredero brigadista. Su familia se dedica a lo mismo.

Y es que en este oficio, el de bombero del bosque, los que se van son porque murieron, no porque se jubilen, dice David Quiroz, coordinador regional de la Comisión de Recursos Naturales (Corena) en Tlalpan. Son héroes. Así se ostentan. Son brigadas heroicas, por un decreto del 2009. Arriesgan su vida por un salario mínimo al mes.

—¿Ése es un salario de héroe?

—No, pus no. No alcanza para nada. Y Estela sólo sonríe al responder.



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