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El espíritu del Totonacapan se alimenta desde la infancia. Cuando los varones cumplen seis años, están listos para lanzarse desde las alturas, en honor a la Madre Tierra y seguir la tradición de los voladores de Papantla, ritual que se exhibirá durante la edición número 14 de Cumbre Tajín, del 21 al 25 de marzo.

A lo largo de este evento darán una muestra del aprendizaje adquirido en la Escuela de los Niños Voladores del Centro de las Artes Indígenas, ubicado en el Parque Takilhsukut, a un kilómetro de Tajín.

El centro reúne el conocimiento ancestral de los totonacas para ser transmitido a sus generaciones futuras, razón por la cual este mismo espacio se incluyó en el Registro de las Mejores Prácticas para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial, por la UNESCO, en 2012.

El maestro de vuelo, Víctor García, explica que los estudiantes reciben clases de totonaco (lengua materna), aprenden a confeccionar algunos accesorios de la indumentaria que visten y reciben los valores comunitarios por parte de los ancianos o sabios, como el preocuparse por los familiares y el de ser solidarios con la gente de su pueblo.

Son los maestros más viejos quienes se encargan de ser los consejeros en la parte espiritual y mental.

Los caporales o maestros más jóvenes proporcionan las técnicas que se desarrollan en el ritual, entre ellas el corte, arrastre y siembra del palo volador o sakatkiwi; también enseñan a tocar los sones que se interpretan con flauta y tambor, así como la coreografía de la danza ceremonial.
Transmiten el significado del compromiso que desempeñarán a lo largo su vida, si es que aceptan ser los mensajeros del Sol, las aves que portarán la semilla que fecundará la tierra al descender a ella.

Todo este aprendizaje se expondrá a los visitantes durante las clases de los niños, señala Cruz, encargado de la Escuela de Niños Voladores del Centro de las Artes Indígenas.

En talleres se exhibirá la elaboración del penacho y los pectorales, como parte del vestuario que usan y, además, algunos niños ofrecerán el servicio de guías, con el fin de introducir al visitante a esta tradición.

Serán identificados por su traje típico: camisa y calzón blanco que se usan para mostrar la pureza de los totonacas; pantalón de terciopelo rojo, uno de los colores que emite el Sol, el cual también queda plasmado en uno de los cruzados o "medios círculos" que se coloca desde el hombro; el otro, el de la Luna, va en la cintura.

El penacho que portan es diferente al resto de los voladores de otros estados, quienes están invitados a participar en la Cumbre que trae como mensaje "el renacimiento del ser".

A diferencia de los otros, el traje del totonaca es cónico, forrado de terciopelo rojo, con flores para recordar la naturaleza. Lleva espejos que simulan el agua, con abanicos que representan los rayos del astro mayor y listones de colores que reflejan al arco iris. Finalmente calzan botines negros para dar fuerza al zapateado.

García indica que el visitante podrá presenciar la Ceremonia Ritual de los Voladores con la participación de los niños más experimentados, que desde muy jóvenes (seis o siete años) dieron muestra de las habilidades que se necesitan.

De esta manera se dieron cuenta que estaban listos para emprender el el vuelo, porque desde muy pequeños comenzaron a hacer el amarre perfecto de las cuerdas que los sujetan para deslizarse y el resto de las técnicas. Otro punto a evaluar es su liderazgo para guiar y dar indicaciones al resto del grupo.

Los chicos que encabecen la ceremonia arrancarán con una ofrenda en el altar que se encuentra en el interior del museo Kaunin ("entre vientos"), dedicado a los voladores. El inicio se ha programado a 14 horas, todos los días, con tres presentaciones cada uno. También participarán adultos desde las 13 horas.

Con información de Viridiana Ramírez.

mps