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Bebida hecha por Ángeles

Agaves silvestres y elaboración artesanales, marcan la esencia de un mezcal hecho con oficio femenino
Jueves 09 de agosto de 2012 Rubén Hernández y Alejandra R. Barragán | El Universal07:46

Fotos: Bertha Herrera

STA. CATARINA DE MINAS, Oax.- Una geografía caprichosa donde los caseríos se pierden en momentos detrás de las colinas y los cerros se muestran como guardianes de historias ancestrales, casi siempre salpicadas de  mezcal con el perfil de los agaves como dioses tutelares de un amor intenso por la tierra, marcan el rumbo hacia el
palenque donde las tendencias en el consumo actual  no tienen mucha importancia, y predomina en cambio el oficio de generaciones, el gusto de producir mezcales a partir de conceptos arcaicos: juego de la tierra y el fuego en el que, como en las antiguas leyendas  de la creación, se sobrepone la mano de un maestro artesano celoso de su oficio.

“Al beber nuestros mezcales, la gente no va a tomar lo que dictan las tendencias, sino lo que le gusta producir a nuestra familia. Algunos se preocupan un poco cuando hablamos de graduaciones  de 48° o 49°. Es algo en lo que no tienen que fijarse, sino más bien en que si es algo que les gusta”, advierte Graciela Ángeles, de la destilería Real Minero.



ANDAR EL CAMPO

La empresa mexicana de la cual es directamente responsable, sobre todo en la producción, se ha posicionado como uno de los emblemas en la elaboración de mezcales artesanales destilados en ollas de barro: proceso que enlaza el uso del alambique instaurado en América con la llegada de los españoles con las antiguas teorías que sugieren que este proceso también haya tenido una variante en tiempos prehispánicos.

Un colorido mural en la sala de fermentación, con lúcidas imágenes de la Conquista y el aprovechamiento del agave, dan cuenta de esa nebulosa simbiosis. De  cualquier manera y más allá de las especulaciones, el barro artesanal es uno de los ejes en la fabricación de esta bebida en la que además se utilizan variedades endémicas de la región: tripón, arroqueño, largo; sin faltar otros más conocidos como el tobalá y el espadín.


SOY UNA MEZCALILLERA

Muchos la consideran la única maestra mezcalera, aunque eso es algo que no le interesa afirmar: “Mezcalillera es el término correcto. No tengo referencia de otras mujeres que se ocupen de hacer mezcal, pero eso no es motivo para asumirme como la única. En todo caso no es algo que yo pueda hacer sola. Es un trabajo duro donde siempre se necesita la fuerza de los hombres. Cuando estás en el campo, te queda claro que eso de la historia de la ‘Gaviota’ es puro mito”, puntauliza





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