Entre nubes de placer
La celebración del Día del Padre invita al goce de un exquisito puroComenta la Nota
“En un momento en que las campañas antitabaco proliferan, se manifiesta una creciente afición al placer de fumar menos…y mejor. Si bien los auténticos fumadores nunca han dejado de hacerlo, gozar de un buen puro vuelve a estar en boga”, advierte Jane Resnick, autora de la Guía Internacional de Puros.
Manifiesto de gusto y estilo, el puro es, como decía el legendario Zino Davidoff, algo que exige respeto: “Se dirige a todos los sentidos, a todos los placeres, al olfato, al gusto, al tacto, a la vista… Un buen puro es la promesa de una experiencia de lo más placentera”.
Disfrutar de un buen tabaco, explica Marvin R. Sharken, especialista en el tema, requiere de un ambiente tranquilo y agradable para disfrutar de su aroma de forma adecuada.
Elegir un puro excelente, la forma de cortarlo, de encenderlo, de fumarlo y de saborearlo, son claves para poder disfrutar del habano.
“A la hora de elegir, debemos dejarnos llevar por los sentidos: la vista, un puro bien terminado y elegante, así como de un color adecuado (claro o más oscuro, según el gusto); el tacto, firme pero no duro (se palpa entre los dedos índice y pulgar, presionando ligeramente); el olfato: hay que elegir un puro de un estupendo olor a tabaco fresco; el gusto, un puro de sabor más suave o fuerte en función de nuestras preferencias.
"El color de lhabano debe ser uniforme en toda la superficie y con un cierto brillo. Si aparece algún tipo de mancha debe ser blanca o verde, que son las manchas que pueden aparecer en el proceso natural de su crecimiento o curación, y que no afectan a la calidad del puro", explica.
En cuanto a su tamaño, añade, debemos elegir el mismo en función del tiempo de que dispongamos para poder disfrutarlo. No es lo mismo un puro de media mañana o tarde, que el que se fuma con posterioridad a una buena comida o una cena. Hay que darle tiempo para poder disfrutarlo sin prisas, como una auténtica experiencia de verdadero placer, y sin exhibicionismos.
PACIENCIA Y GUSTO
El goce de un puro implica, además de la calidad del producto, el respeto a ciertos procedimientos que permiten gozar las virtudes del buen tabaco. El corte es fundamental, y lo mejor es utilizar el cortapuros, a la manera de una pequeña guillotina, que corta la parte trasera del habano de una forma limpia y precisa.
De igual modo, el encendido del puro requiere de paciencia y delicadeza. Hay que hacerlo con un cerillo de vara larga, preferiblemente, de madera, un mechero de gas e incluso la corteza de cedro, como fósforo. Lo inaceptable es el uso de flamas no inodoras, como un mechero de gasolina. Eso estropea el sabor y el aroma del cigarro.
El habano se debe mantener en posición de 90 grados con respecto a la llama, e ir aspirando poco a poco para que la llama llegue y quede bien encendido.
Advierte Resnick que el sabor del puro se va haciendo más intenso, y algo más amargo, a medida que se va consumiendo. En función de su tamaño, se suele fumar únicamente tres cuartas partes del mismo, ya que al final los sabores se vuelven demasiado fuertes, y pueden estropearnos el paladar.
Por supuesto, a diferencia de los cigarrillos, los puros deben dejarse apagar de forma natural, sin forzar la situación. Como advierten los conocedores, “hay que dejarlo morir dignamente”.
DELEITE PARA LOS SENTIDOS
Una vez que tenemos la llama, se debe, con paciencia, mantener el puro cerca de la llama, e irlo girando de forma progresiva para un encendido uniforme de toda la superficie.



