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Manialtepec, la bioluminiscente laguna

Su nombre en náhuatl "lugar de lagartos"
Sábado 19 de mayo de 2012 Redacción | El Universal00:20
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A 15 minutos de Puerto Escondido, por carretera, se encuentra esta laguna, en la población de San José Manialtepec, distrito de Juquila. Su nombre en náhuatl "lugar de lagartos".

Minutitos antes de las siete de la tarde, el sol comienza a pintarse de un color rojizo que se refleja en la laguna, con destellos amarillos y anaranjados.

Recorremos en bote los seis kilómetros de longitud para llegar a la playa. De un lado, el agua dulce y, del otro, el agua salada del mar. Cuando sube la marea hace la unión de ambas. Aquí no hay edificios, establecimientos. Estamos solos, el paisaje es totalmente nuestro.

El sol es una esfera de fuego gigante y a todos nos deja anonadados. No cabe duda que el Pacífico mexicano es uno de los mejores escenarios para decirle adiós a la luz del día. Retomamos camino al centro de la laguna.

En la oscuridad y en el silencio las sombras de los mangles se transforman en fantasmas y el agua comienza a jugar con nuestras emociones creando destellos en verde fluorescente cuando su calma se agita, como si fueran luciérnagas acuáticas.

La bioluminiscencia es un fenómeno provocado por microrganismos conocidos como dinoflagelados que forman parte del fitoplancton en ríos y mares. Estos emiten luz cuando el agua se agita por el paso de un bote dejando atrás una estela de luz, con las manos, al llover o al nadar.

El brillo lo utilizan como una especie de alarma sobre la posible presencia de predadores potenciales. Al encenderse, los dinoflagelados señalan la posición de su supuesto atacante. Los microorganismos se ponen en movimiento; la luz deber asustar al depredador.

Carlos, el guía, nos anima a echarnos al agua en la penumbra. No hay cocodrilos, así que es seguro nadar aquí, aunque para muchos no será nada agradable rozar con los pies algún alga o el lodo debajo del agua. Es necesario saber nadar o, aunque sea, flotar puesto que no se colocan chalecos salvavidas.

La temperatura del agua es templada, así que no sentimos sensación de frío. El temor se olvida ante el espectáculo lumínico al mover brazos y piernas. Parece que la piel ha quedado embarrada de pintura fosforescente.

La mejor temporada para presenciar el fenómeno es de agosto a diciembre, pero los cambios de temperatura han hecho que este año pueda apreciarse casi todos los días.

sc



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