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Lunes 21 de marzo de 2011 Octavio Islas* | El Universal
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octavio.islas@itesm.mx

Tras la tragedia ocurrida en Japón, los nuevos medios sociales una vez más cumplieron útiles funciones informativas, pero también de vinculación y enlace entre millones de damnificados y sus familiares. Ello definitivamente ya no es noticia.

El devastador terremoto registrado en la costa Pacífico de la región de Tohoku -cuya magnitud fue estimada en 9.0 MW, de acuerdo con la escala sismológica de magnitud de momento, con 2 minutos de duración, y que ocurrió a las 14:46:23, hora local (05:46:23 UTC) del viernes 11 de marzo de 2011, provocando tsunamis de hasta 10 metros-, hoy es  considerado como el más potente que ha sufrido Japón y el quinto entre todos los terremotos medidos hasta la fecha.

Dadas las interrupciones en los servicios de telefonía, millones de japoneses recurrieron a las principales redes sociales del mundo y a las comunidades Mixi y GREE, muy populares en el país oriental, para emprender la búsqueda de familiares y amigos.

A partir de mediados de enero de 2011, la columna vertebral de NTT Com para Japón y Estados Unidos llegó a 400 Gbps. El ancho de banda disponible en Japón permitió soportar el tráfico informativo.

Según datos de la Internet World Stats (IWS), en 2010 la población total en Japón fue estimada en casi 127 millones de habitantes, de los cuales 99 millones son usuarios de Internet.

Facebook no es la red social más popular en el país, tiene menos de un millón y medio de usuarios. La IWS estimó la penetración de esta comunidad en 0.6 por ciento.

Otras fuentes de información estiman un mayor número de usuarios; no obstante, coinciden en destacar que la red creada por Mark Zuckerberg no es la más demandada, incluso estiman más usuarios en Twitter.

El sábado 12 de marzo se dio a conocer la fuga radioactiva en la planta nuclear en Fukushima, la cual es operada por Tokyo Electric Power (TEPCO). Tal noticia y la inmediata evacuación de la población ubicada en un radio de tres kilómetros alrededor de la central nuclear, a 240 kilómetros al norte de Tokio -en cuya área metropolitana se estima una población de 35 millones de habitantes-, detonaron lógicas reacciones de pánico en redes sociales y blogs.

El temor de una fuga radioactiva agravó exponencialmente los efectos del terremoto en la población. Las imágenes, videos y testimonios resultan tan dramáticos como dolorosos. Los prosumidores japoneses de forma involuntaria ejercen el periodismo ciudadano.

Mi generación tiene muy presente las imágenes que en nuestra memoria dejó el terremoto registrado el 19 de septiembre de 1985, a las 7:19, tiempo del Centro (13:19 UTC), cuya duración fue estimada en poco más de 2 minutos, con una magnitud de 8.1 MW.  Esta traumática experiencia nos volvió sensibles a los dolorosos estragos de los terremotos que ahora se registran con frecuencia en cualquier punto de nuestro atribulado planeta.

Ese día el Canal 2 de Televisa estuvo 5 horas fuera del aire. Estaciones de radio, particularmente en la banda de la AM, determinaron interrumpir su programación y dar paso a una generosa tarea: cumplir útiles funciones de vinculación y enlace ciudadano. La desgracia y el dolor forjaron solidarios vínculos comunitarios con lo que antes era ajeno y extraño. Entonces no disponíamos de Internet y la autogestión y solidaridad fermentaron en condiciones difíciles.

En el libro Entrada Libre, Carlos Monsiváis dio cuenta cómo la sociedad civil asumió un rol protagónico en las complejas operaciones de rescate: "Abunda un heroísmo nunca antes tan masivo y tan genuino", refirió el escritor.

La inminencia del Mundial de México 1986 resultó determinante en la confección de las cifras. El número de muertos que fue reportado por las autoridades de ese entonces admite ser considerado como un indicador de un manifiesto desprecio a la tragedia.

Ojalá nuestros "Topos" -en su mayoría verdaderos héroes desconocidos- repitan en Japón las hazañas que nos hicieron sentir con gran orgullo, como cuando rescataron a los bebés en el Hospital Juárez.

Impotente, a miles de kilómetros de distancia, advierto a través de Facebook, YouTube, blogs..., cómo las dramáticas escenas que en el citado libro refirió nuestro extraordinario cronista, se suceden una a una en Japón.

* Doctor en Ciencias Sociales, director del Proyecto Internet-Cátedra de Comunicaciones Digitales Estratégicas del Tecnológico de Monterrey, campus Estado de México.



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