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Por las aguas gélidas de Ushuaia

Picos helados, aguas claras, una fauna única y la poderosa presencia de los glaciares marcan el perfil de este fin del mundo

AVENTURA En los paseos surcarás los mares más australes, mágicos, bordeando los fiordos espectaculares. (Foto: Especial )

Lunes 18 de octubre de 2010 GDA / El Nuevo Día | El Universal00:27
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Una travesía al Fin del Mundo puede partir de Punta Arenas a Ushuaia; o al revés. Si se escoge a Chile como puerto de partida, valdría la pena llegar dos días antes, al menos, para aprovechar y ver a Punta Arenas -ciudad que aún conserva su aire europeo y su esplendor de antaño-, el que fuera en su momento principal puerto entre el Atlántico y el Pacífico. Esto hasta la apertura del Canal de Panamá en 1920. Y con más tiempo, se puede visitar el Parque Nacional Torres del Paine. Esta es una recomendación, vamos.

Pero una vez a bordo, verás cómo el capitán y su tripulación te darán la bienvenida en el crucero de expedición, en el que durante tres días y cuatro noches surcarás los mares más australes, mágicos, bordeando los fiordos espectaculares. Toda una aventura.

Estos laberínticos canales te llevarán al Parque Nacional Alberto De Agostini (montañista, explorador y fotógrafo salesiano que recorrió la Patagonia como pocos) y al Parque Nacional Cabo de Hornos.

El primer desembarco es en Bahía Ainsworth, con la blanquísima Cordillera Darwin -extremo sur de Los Andes - como telón de fondo. Una vez en tierra firme se ve el Marinelli, el más grande de todos los glaciares que bajan de la Cordillera Darwin, aunque ha retrocedido mucho en los últimos 20 años.

Por allí reposan algunos elefantes marinos y el guía explica que estos animales están casi todo el año en el mar y en primavera arriban a la costa para reproducirse. Los machos se enfrentan por el territorio y forman su harem. Las hembras no pasan los 3 metros de largo y los 900 kilos de peso. En cambio los machos miden 6 metros, pesan 4 toneladas y por su hocico alargado los llaman "elefantes".

La caminata sigue por el bosque magallánico conociendo especies nativas como coihues, lengas, ñires y canelos. Muy llamativo es un hongo redondo y naranja (llamado "pan de indio" o "llao llao") que brota de los árboles lengas y ñires, muy apreciado por los aborígenes.

También se ven diques confeccionados por castores que causan un gran desequilibrio en el ecosistema.

El problema es que el castor fue introducido, no tiene depredadores y para hacer diques derriba 400 árboles al año. Se cree que en Tierra del Fuego hay 70 mil castores, una verdadera plaga.

Islote Tucker y Avenida de los Glaciares

Durante la travesía hay excelentes charlas educativas sobre historia, glaciología y los animales que se avistan en cada desembarco. Una de ellas es sobre el pingüino de Magallanes. Esta ave de Sudamérica arriba en septiembre a tener crías y se va en abril a los mares del sur. Año a año usa el mismo nido y al llegar lo reacondiciona. Durante la gestación los padres se turnan para empollar y los pichones nacen en noviembre.

En el Islote Tucker, en el sureste del Canal Whiteside, se ve una colonia de estas simpáticas aves. Como es un sitio muy frágil sólo se navega alrededor de los islotes y se ven cormoranes, gaviotas australes, chimangos, carancas, halcones y skúas acechando huevos ajenos.

El siguiente día se navega por el Canal Ballenero donde a los costados se ven delicadas cascadas. Como la navegación es larga a la mañana hay una charla sobre aves patagónicas y una visita a la sala de máquinas.

Finalmente se llega al brazo noroeste del Canal Beagle y se divisa el imponente glaciar Pía.

Nuevamente en los zodiacs se va a un mirador para tener una panorámica del cordón Darwin, el ventisquero y los témpanos.

A diferencia del Marinelli, el Pía avanza y se ve bien su morrena (depósito de materiales que arrastra el glaciar). Ese mismo día a la tarde se atraviesa la "Avenida de los Glaciares" donde se suceden regios ventisqueros: España, Alemania, Italia, Francia y Holanda.

Luego de pasar la peculiar avenida comienza una de las charlas más esperadas: Cabo de Hornos que, si el clima lo permite, se verá al otro día. Este cabo es el punto más austral del mundo. Varios navegantes pasaron por aquí pero recibió su nombre definitivo en 1616.

La Compañía Holandesa de las Indias Orientales tenía el monopolio del Estrecho de Magallanes y del Cabo de Buena Esperanza para el comercio holandés a Oriente.

Para sortear el monopolio, Jacob Le Maire buscó un paso que una los océanos y zarpó de Hoorn en 1615. En enero de 1616 divisó tierra, vio un cabo al que llamó "Kaap Hoorn" y por deformación del idioma "hoorn" cambió por "horno".

Cabo de Hornos y Bahía Wulaia

El tercer día, si hay buen clima, se desembarca temprano en el cabo. Este promontorio de 425 metros está cubierto de hierba, no tiene árboles y lo azotan ráfagas de 100 km/h.

Por años fue el paso clave de las rutas comerciales de navegación pero al abrir el Canal de Panamá el tráfico se redujo. Sin embargo, llegar aquí sigue siendo uno de los mayores retos náuticos.

Una vez en la playa se sube una empinada escalera y a lo lejos se ve el "Albatros" (escultura en honor a los marinos muertos) y, al otro lado, el faro, la casa del farero y familia y la capilla Stella Maris. En el faro hay fotos, remos y banderines firmados por los afortunados que llegaron a este mítico lugar.

Por la tarde se llega a Bahía Wulaia que, antiguamente, fue uno de los asentamientos yámanas más grandes de la región. Aquí el grupo se divide, uno camina por la costa y el otro va hasta un mirador desde donde se entiende porqué Wulaia significa "bahía bonita": bosques, islas y montañas están en perfecta armonía.

Al volver se visita una estación de radio abandonada donde hoy hay un museo de Cruceros Australis sobre aborígenes. A Wulaia llegó Fitz Roy en 1829 y al volver a Inglaterra llevó cuatro indígenas a los que llamó York Minster, Fuegia Basket, Boat Memory y Jemmy Button.

Quería educarlos y devolverlos a su tierra para que civilizaran a sus pares. Pero si bien aprendieron inglés y se vestían como occidentales no bien regresaron volvieron a sus viejos hábitos. Button fue el más célebre por un triste y confuso hecho.

En 1859 misioneros anglicanos recalaron aquí pero, no se sabe porqué, fueron masacrados por los fueguinos (supuestamente dirigidos por Button). Wulaia es la última excursión del tour y a la noche es la cena de despedida frente a la costa de Ushuaia.

Si bien la navegación ha terminado vale la pena quedarse unos días extra para conocer la ciudad. Algunos de sus principales atractivos son el antiguo penal, el tren de los presos, el glaciar Martial y el Parque Nacional Tierra del Fuego.

Datos útiles

La temporada de cruceros es de septiembre a abril.

Para hacer la travesía hay que volar a Santiago de Chile y de ahí a Punta Arenas o a Buenos Aires, Argentina, y de ahí a Ushuaia.

De la ciudad de México sale por Aeroméxico un vuelo diario a Buenos Aires.

El crucero se puede contratar por internet Australis.

Costo del crucero: a partir de USD 840 en temporada promocional (septiembre y abril). El primer crucero zarpa el 18 de septiembre de Punta Arenas.

El costo incluye: desayuno, almuerzo, cena y bar abierto para vinos, cervezas y licores. El menú combina comida internacional y gastronomía regional acompañada por vinos chilenos y argentinos.

Qué llevar

Ropa abrigada e impermeable. En el barco no entregan, venden o alquilan capas ni trajes de este tipo.

Alojamiento en Punta Arenas y Ushuaia desde USD 80 (hotel 3 estrellas).

Más información: http://www.australis.com/site/en/Default.aspx

http://www.tierradelfuego.org.ar/v4/

http://www.welcomechile.com/

lae

 



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