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Un bocado del recuerdo

Entrevista exclusiva que diera en vida Carlos Monsiváis a Menú sobre la definición del taco mexicano, en septiembre del 2007

Fue uno de los escritores más reconocidos de México, quien compartió su parecer acerca de uno de los antojos más afamados en México, el taco.. (Foto: Bertha Herrera )

Miércoles 23 de junio de 2010 Marichuy Garduño | El Universal13:16
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El gusto por este antojo de CARLOS MONSIVÁIS, vegetariano desde hace 30 años, se adhiere al queso aderezado con guacamole

"De hecho y en síntesis, el taco es la tradición que uno puede comerse a gusto", señala Carlos Monsiváis, escritor que desde muy joven ha colaborado en los suplementos culturales y revistas más importantes del país.

De la misma forma en la que desentraña los aspectos fundamentales de la vida mexicana en el libro Aires de Familia: Cultura y sociedad de America Latina, llega a la raíz de este favorito de la cocina nacional para definirlo.

"El taco es la alianza entre las tortillas y distintos alimentos, es la tradición cilíndrica, es la costumbre de asociarlo con las fauces entre el apetito menor y el apetito mayor, es la idea de fiesta, de paso rápido por las calles con un paréntesis nutritivo, es el gusto por asociar la tradición con los placeres culinarios, es una idea, no un producto, muy exportable como se ha probado en Estados Unidos. Básicamente es imagen que una y otra vez brota de las películas mexicanas, es el hábito de medir el placer de las tradiciones por su dimensión comestible", asegura.

Sin embargo, desde hace treinta y tantos años, el gusto de Monsiváis por comer tacos únicamente se adhiere al queso con guacamole; ingredientes que no le permiten sentir culpa consumiendo lo que fue un ser vivo.

"Para un vegetariano el taco es de cualquier manera un gozo irrestricto y, si bien requiero de las complicidades de las taquerías, nunca me siento totalmente derrotado", comenta el economista y filósofo de profesión, nacido en 1938.

Aunque actualmente no frecuenta ninguna taquería en especial, lo hizo en alguna época. "Desde luego, toda mi niñez y mi adolescencia frecuenté Tacos Beatricita, pero lo que va sucediendo es que la ciudad, al ampliarse tan monstruosamente, le evita a uno los sitios predilectos en la medida que tiene que pensar el tiempo que conlleva el ir a ese lugar y regresar.

Entonces, entre las señales institucionales de la gula y cada persona se interpone la ciudad", afirma.

Para describir la taquería como institución, dice, se requiere de alguien como Don Artemio del Valle Arizpe, quien hizo un texto sobre las tortas. Y asegura no tener ninguna pretensión al respecto porque está en las antípodas del gourmet.

"Digamos que como para sobrevivir, pero no tengo un paladar que se demore en las delicias gastronómicas. No podría decir qué taquerías eran las inolvidables, sino refrendar una vez más mi adhesión al taco como gastronomía menor enormemente eficaz", dice.

Sobre las bebidas con las que solía acompañar los tacos, no recuerda ninguna en particular. "Supongo que acompañaba los tacos con bebidas que luego ya la avidez monopólica marginó o eliminó. Por ejemplo, el Pato de grosella, el Dr. Pepper, las Sangrías y, desde luego, el tepache.

En Tacos Beatricita éste último era un complemento directo de la sagrada ingestión de los tacos". Las anécdotas se disuelven una vez terminada la comida, señala el Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo 2006, por ello no recuerda ninguna en particular.

"No hubo asesinatos que yo pudiera ver, ni entró impetuosa María Félix a comerse un taco, ni nada, simplemente un trámite alimenticio practicado gustosamente", finaliza Monsiváis

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