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Por las calles y celebraciones de Guadalajara

La Nación/GDA| El Universal
00:38Martes 10 de noviembre de 2009

En Guadalajara hay mariachis para todos los presupuestos. (Foto: Archivo/ELUNIVERSAL )

Tequila, mariachis, murales, mercados típicos y buena comida esperan al viajero.

Tequila, mariachi y charrería. Durante un viaje de una semana no hubo persona a la que se le haya pasado por alto contar que los símbolos de la mexicanidad eran originarios del estado de Jalisco. Una suerte de orgullo patriótico de los habitantes de una ciudad que no es de las más turísticas del país, pero sí, de las más mexicanas.

Porque como buenos representantes de los distintivos del país, el tequila se consume a toda hora, en margaritas o caballitos (shots), casi como si fuera agua. También se usa en la cocina en platos que salen al tequila, en postres y bombones. Y la Ruta del Tequila sumerge entre destilerías y campos plantados con agave.

Las serenatas de un mariachi frente al balcón de la mujer amada para pedirle casamiento o simplemente como agasajo de un aniversario siguen tan vigentes como antes. "¿Cómo tu marido no te pidió casamiento con un mariachi?", me preguntaron con asombro, como si no existiera otra forma de hacer una propuesta matrimonial.

Los mariachis se reúnen precisamente en la plaza de los Mariachis (Calzada Independencia y Javier Mina), en el centro, para ofrecer sus servicios y negociar la tarifa con los clientes, durante todo el día. Hay para todos los presupuestos: los que quieren impresionar deben pagar 300 dólares por una serenata, pero también se consigue por 140.

Y además se los ve en bares y restaurantes, con la guitarra a cuestas y el traje típico, ofreciendo un Cielito Lindo al paso.

Cuando los comensales aceptan, el resto de la banda, desperdigada, rodea la mesa y se convierte en el centro de atracción.

Guadalajara, a 535 kilómetros del Distrito Federal, es la segunda ciudad del país, con seis millones de habitantes. Y aunque recibe 3'800.000 visitantes por año, el 80 por ciento llega por negocios o para asistir a ferias o congresos. "También buscamos fortalecernos como destino de turismo salud, específicamente en cirugías plásticas, otorrinolaringología y oftalmología", comenta Luis Felipe Niño, director de turismo de la ciudad.

Es más probable que se llegue a visitar la Feria del Libro o la Exposición del Calzado, que se realizan en el gran centro de exposiciones Expo Guadalajara, el más grande de México, que en plan de vacaciones. Pero en cualquiera de los dos casos vale la pena dedicarle unos días para vivir un México bien folclórico.

La ciudad está en plena obra, con remodelaciones de calles y estadios nuevos, para recibir en el 2011 los Juegos Panamericanos. Acaban de terminar las Fiestas de Octubre, donde todas las noches hay palenque en el auditorio Benito Juárez, con riñas de gallos y shows de artistas. Es la gran fiesta de los tapatíos, como se llama a los nacidos en Guadalajara.

Arte en murales

Un buen comienzo para recorrer la ciudad es el centro histórico, todavía adornado con los colores nacionales, después del mes patrio. A la catedral la rodean cuatro plazas, y las calandrias esperan para dar una vuelta.

Entre los edificios por visitar no deben omitirse los que tienen los impresionantes murales de José Clemente Orozco, uno de los grandes muralistas de México, junto con Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. En Guadalajara se expone la obra de Orozco, que hace referencia a la historia del país y el resto del mundo.

Al Palacio de Gobierno se puede entrar sin inconvenientes. En uno de los descansos de una escalera de este edificio del siglo XVIII se destaca un mural típico con el padre Miguel Hidalgo, sacerdote criollo que inició la revolución, con la antorcha de la libertad en mano en el centro. En el ex congreso del Palacio se ve otro de los frescos de Orozco, también protagonizado por Hidalgo, llamado Los Constituyentes.

Pero sin duda, la obra cumbre está en el Centro Cultural Cabañas, a ocho cuadras donde Orozco se luce con más de 50 murales, entre ellos El hombre de fuego, en una de las cúpulas de lo que fue una antigua capilla, que cambia de posición según el lugar desde el que se lo mire.

A una cuadra vale la pena darse una vuelta por el Mercado de San Juan de Dios, un edificio de tres pisos donde se vende todo lo que uno se pueda imaginar. Hay más de 3.000 locales y trabajan alrededor de 10. mil personas.

Además de los sectores con frutas, verduras y carnes hay cientos de puestos con sombreros mexicanos, trajecitos de ropa típica que sacan a las madres de apuros para los actos de colegio, artesanías, juguetes de madera, pócimas para el amor, dulces y remeras.

Si llega la hora del almuerzo hay un gran patio de comidas con todas las especialidades tapatías. Entre los puesteros que cocinan y las mesas nunca falta una guitarra y un cantante de ocasión que le da aún más vida al lugar.

 

 

cvtp




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