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Dientotes

Steven Spielberg lo llevó a las pantallas cinematográficas en 1975, desde entonces el tiburón blanco adquirió injusta fama de “asesino”. La idea cambia cuando uno pasa tres días anclado en Isla Guadalupe, en el estado de Baja California, dentro de una jaula de aluminio para observarlo a menos de cuatro metros de distancia. Lo que ves y aprendes nunca se olvidará.

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Domingo 08 de noviembre de 2009 VIRIDIANA RAMÍREZ | El Universal
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Amanece y las rocas volcánicas se dejan acariciar por la neblina. La vida marina en Isla Guadalupe despierta. Entre las aguas  de color turquesa, nadan a sus anchas las mantarrayas, los lobos y elefantes marinos, pero hay alguien que se siente amo y señor del territorio, el “gran depredador”, “el rey de los mares”: es el tiburón blanco.

No hay que viajar a Galápagos ni a Australia para poder estar bajo el agua con él. México es privilegiado desde agosto con la presencia de una de las colonias más grandes de tiburón blanco que existe en  todo el mundo, pero más privilegiado es quien tiene la oportunidad de pagar el viaje.

Hace siete millones de años, del piso oceánico provino una gran erupción. La lava fue escupida hasta la superficie formando grandes peñascos  rojizos. Así nació Isla Guadalupe, que aunque está separada del continente pertenece a Ensenada.  Para llegar aquí hay que navegar 18 horas.

A partir de agosto zarpar, desde el embarcadero de Ensenada, los barcos  llevan a observar al tiburón blanco. Hacen un viaje por semana. Dos navíos son mexicanos, uno de ellos es el Sea Escape con todas las comodidades y  el cual realizará este 30 de noviembre el último viaje de este año.

En diciembre la población de tiburones disminuye, se van Hawai.  O cuando menos eso creen los expertos, porque cuando están en medio del océano Pacífico se pierde contacto con ellos.

La travesía dura cinco días, dos están descartados, se utilizan para ir y venir, los restantes se pasan anclados en medio de la isla. Esta prohibido poner un pie en ella, ni siquiera para fotografiar los arbustos, los cipreses, las casas humildes de los pescadores de abulones y langostas. Ni pensarlo cuando se pasa por los islotes donde se asolean las focas, los lobos y elefantes marinos.

Todo en Isla Guadalupe está protegido y las reglas son estrictas. Por algo fue decretada, en 2005, Reserva de la Biosfera. Está prohibido utilizar, como se hacía antes, atrayentes como  pescado molido o trozos de atún, para que el tiburón se acerque a las jaulas y las personas puedan observarlos.

No hay tiempo que perder, es momento de sacar los ahorros, y darse un buen regalo anticipado de Navidad, nada mejor que un viajecito de cinco días por territorio mexicano.

Quedan pocos lugares. El Sea Escape está a punto de partir, y como dice don Fernando, el organizador de está travesía, “es un viaje que te cambiará la vida y quitará el miedo sobre el tiburón blanco, ese mismo al que Steven Spielberg diera fama de asesino en 1975 en las pantallas cinematográficas”. No hay que temer,  el humano no forma parte de su cadena alimenticia. Ellos prefieren lo que es del mar. 



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