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¿Pensar nos hace comer más?

Investigadores descubrieron que usar el cerebro para realizar actividades intelectuales nos impulsa a comer más, aun cuando no necesitemos realmente esas calorías adicionales
Jueves 27 de noviembre de 2008 Lee Bowman /Scripps Howard News Service | El Universal09:10

Incluso durante los grandes banquetes como los de esta temporada de fiestas, el estómago se mantiene en contacto con el cerebro, enviando señales de saciedad que se supone deben impulsarnos a dejar de comer.

Sin embargo, los científicos han descubierto que las moléculas del metabolismo son mucho más complicadas que unas cuantas hormonas gritando "come" o "no comas". E incluso cuando las señales correctas llegan al cerebro, los circuitos podrían no responder como deberían.

Por supuesto, el cerebro tampoco se queda simplemente esperando las noticias del tracto digestivo. De hecho, nuestra materia gris podría ser una especie de acaparador de energía que primero se cuida a sí mismo.

Un estudio de investigadores canadienses, publicado en la revista Psychosomatic Medicine, evaluó la alimentación de un grupo de estudiantes luego de realizar varias tareas mentales, y también después de que todo lo que hicieron fue sentarse y descansar.

Aunque en cada sesión de trabajo intelectual --pruebas de memoria y atención en una computadora o lectura y resumen de un texto-- se quemaron apenas tres calorías más que en un periodo de descanso, cuando se invitó a los estudiantes a comer todo lo que querían en un bufet, éstos consumieron hasta 24% más calorías tras haber usado activamente sus cerebros que luego de no hacer prácticamente nada.

Los investigadores indicaron que esto probablemente se debió a que el cerebro es un comensal selectivo pues solamente acepta glucosa, la cual debe proceder ya sea de la comida o de células musculares y no de grasa almacenada, que puede ser usada para obtener energía por el resto del cuerpo. Así que usar el cerebro nos impulsa a comer más, aun cuando no necesitemos realmente esas calorías adicionales.

Sume a las demandas energéticas del cerebro un poco de tensión por una fecha de entrega límite o algo de depresión, y la tendencia a comer de más podría ser más grande.

Pero no sólo el ejercicio mental provoca hambre al cerebro.

Investigaciones con imágenes del cerebro realizadas en el Laboratorio Nacional Brookhaven en Nueva York hace tiempo también mostraron que simplemente oler o ver una de nuestras comidas favoritas aumenta el metabolismo en todo el cerebro, pero particularmente en algunas de las mismas regiones que afectan el placer y el deseo y que están involucradas en la adicción a las drogas.

Y en un reporte publicado en octubre en la revista Science, investigadores de la Universidad de Texas en Austin observaron más cuidadosamente el circuito de recompensa vinculado al comer y determinaron que es menos sensible en las personas obesas.

Aunque comer (o en este caso particular, beber una malteada) provocó una descarga de dopamina similar en personas delgadas y obesas, los obesos registraron una respuesta menor a ese químico en el centro de recompensa (conocido como estriato). (Traducción: Gregorio Narváez).



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