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Retratan los mundos invisibles de la ciencia

Raúl González explora, desde un primer plano, los vínculos entre arte e investigación a partir de su obra fotográfica
Lunes 07 de enero de 2008 Guillermo Cárdenas | El Universal08:33

"Los científicos no son fotógrafos", se lamenta Raúl González Pérez. Y esta verdad de Perogrullo lo ha llevado a una labor de exploración visual que abarca desde la fotomicrografía de moléculas, bacterias, algas y protozoarios, hasta los confines celestes de la astrofotografía.

Con imágenes que retratan lo mismo minerales inertes que cuerpos de agua, alas de mariposa, vegetales, nebulosas o constelaciones, el fotógrafo mexicano no sólo ha explorado los territorios invisibles al ojo humano que por lo regular sólo transita la investigación académica; también ha fortalecido las conexiones entre ciencia y arte.

Y dentro de ese proceso de experimentación ha buscado construir un nuevo lenguaje iconográfíco para difundir de manera “amable” y no exenta de emociones aquellos conceptos científicos que suelen cifrarse exclusivamente en estrictos términos lógico-matemáticos donde la razón desplaza a la pasión.

“A través de las imágenes puedo hablar de ese lenguaje que alude a procesos muy abstractos, pero de una manera concreta. Además logro involucrar lo que para mí es fundamental en la observación de la naturaleza: las emociones”, señala González.

En entrevista, el profesional de la lente —ganador del segundo lugar en el concurso internacional de Fotografía Nikkon 2006, que recibió del Nobel de Química Harold Kroto— dice que las matemáticas, otra de sus pasiones, son una poderosa herramienta científica para describir con rigor los procesos naturales.

A pesar de todo, según el artista, que dice seguir un camino “paralelo” al de fotógrafos como Fritz Goro y Ernest Haeckel en Europa, “resultan insuficientes para transmitir una imagen acabada del conocimiento científico”.

Por ello, se ha dado a la tarea de completar lo que expresan las ecuaciones mediante composiciones fotográficas que sintetizan ambos mundos: la visión estética del artista y el ojo analítico del investigador.

“Al hacer fotografía científica manejo un equilibrio entre esos dos aspectos: el público puede ver las imágenes de manera analítica o sólo contemplarlas (como obra de arte). Se trata —agrega González— de crear un lenguaje para hablar de ciencia en el cual no se tenga que aprender toda una estructura matemática, de hablar de números sin usarlos.”

Sin embargo, ello no significa minimizar la importancia que reviste el dominio de la técnica fotográfica, que en su caso ha completado con el manejo de instrumentos científicos de laboratorio (principalmente el microscopio) para ponerlos al servicio del arte dentro de su estudio.

Experimentos en el estudio

Aunque al principio trabajó con fotos de cuerpos celestes, desde 2003 González ha mostrado un especial interés por la fotografía miscroscópica: “Quiero explorar ese espacio entre un aumento (close up) y 100 que da el microscopio”.

Para ello se apoya tanto en las modernas técnicas digitales como en un microscopio óptico elemental Carl Zeiss, al cual ha hecho múltiples adaptaciones con piezas (como filtros y luces) manufacturadas por él mismo.

En esencia, ese procesamiento (muy similar al que antes aplicó para fotografiar el cielo) sigue una secuencia donde son tomadas varias imágenes en diferentes perspectivas y finalmente empalmadas para así lograr un efecto de tercera dimensión.

“Tomo varios planos focales para cubrir todo el objeto, y luego tomo 20 ‘capas’ en photoshop. A cada una de ellas le borro lo que está fuera de foco, al final sumo las imágenes y el resultado es el efecto 3D”, explica el fotógrafo, quien se define como admirador de Luis Pasteur.

La secuencia completa para cada foto le toma sólo 40 minutos en promedio, gracias a la velocidad de procesamiento que dan las cámaras digitales. Por ello, ha podido conformar en sólo cuatro años un archivo de microimágenes que, de haberse tomado con cámaras convencionales, le habría significado décadas de labor.

“Las posibilidades que dan la tecnología y el retoque digital a la microscopía óptica son revolucionarias. Las técnicas que utilizo están cambiando la manera en que se ven las fotos. Este trabajo no se podría haber hecho hace cinco años”, reconoce el también colaborador de revistas como Discovery.

Más recientemente, y con ayuda del radiólogo Manuel Martínez, el profesional ha elaborado también fotos a partir de radiografías de organismos como caracoles, tortugas o estrellas de mar. “Esa es la idea de todo mi proyecto, utilizar herramientas de la ciencia o de la medicina para el arte”, remarca.

Durante este mes de enero, la exposición denominada Microgramas, que montó en las rejas del Instituto Politécnico Nacional con patrocinio de la Secretaría de Cultura y el Instituto de Ciencia y Tecnología del Distrito Federal, será trasladada a las instalaciones del Cinvestav.

La muestra —que se prevé llevar a las rejas de Reforma en agosto— cuenta con 100 soportes de gran formato (1.80 x 1.20 m), donde se muestran microfotografías del artista divididas en tres campos: animal, mineral y vegetal.

Asimismo, hacia mediados de este año el Conaculta lanzará un libro suyo con textos de Antimio Cruz, que contendrá aproximadamente 80 fotos, y cuyo título aún está por definirse.



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