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Los r�os que ya no tenemos

En 90 a�os, la ciudad ha visto c�mo los 70 afluentes que la atravesaban, se han convertido en avenidas y drenajesde agua sucia

Transformaci�n. En 1952 se termina de entubar el r�o de La Piedad para dar paso al viaducto Miguel Alem�n. (Foto: Cortes�a Sistema de Aguas de la ciudad de M�xico )

Ciudad de M�xico | Mi�rcoles 27 de septiembre de 2006 Ang�lica Sim�n | El Universal

"A ustedes ya no les toc�, y por eso no se lo pueden imaginar, pero donde hoy pasan carros, yo alcanc� a ver trajineras que llegaban llenas de las cosas que se cosechaban all� por Xochimilco, y que ven�an a vender por aqu� cerca de lo que hoy es la Merced".

A sus m�s de 80 a�os, do�a Paula fue testigo de la transformaci�n del Canal Nacional, en el tramo conocido como Canal de la Viga, de un canal pluvial a un canal de asfalto.

Con ello se interrumpi� el curso de las aguas provenientes de Xochimilco, mismas que llegaban hasta el centro de la ciudad; se interrumpi� tambi�n el transporte de pasajeros que se hac�a en peque�as lanchas y el mercadeo que ah� se realizaba.

"No s� si era mejor esa ciudad donde hab�a m�s agua y milpas que casas y coches, pero a m� me gustaba m�s", comenta do�a Paula.

No s�lo el Canal de la Viga, al menos una decena m�s de r�os que se ten�an en la ciudad han sido sustituidos por avenidas.

La transformaci�n ha sido tal, que actualmente "la hidrograf�a de la ciudad de M�xico se puede estudiar en la Gu�a Roji", se�ala Juan Carlos Guash y Saunders, director ejecutivo de Planeaci�n y Construcci�n del Sistema de Aguas de la Ciudad de M�xico.

Parad�jicamente, hoy tambi�n se sufre en esta ciudad por el agua que no llega a todos los hogares, por el agua que no se puede aprovechar a consecuencia de que la contaminaron, primero, y la entubaron, despu�s, en medio de una visi�n urban�stica de acabar con los r�os, para convertirlos en vialidades, afirma el arquitecto Jorge Legorreta.

La historia

A finales de la d�cada de 1930, un arquitecto de nombre Carlos Contreras propuso por primera vez, edificar un anillo de circulaci�n sobre los r�os de la Piedad, el r�o Consulado y la Ver�nica.

Fue el primero, recalca Legorreta, en vislumbrar la construcci�n del Viaducto, es decir, un ducto de agua negra y sobre �l una v�a para el transporte.

Sin embargo, fue hasta 1952, cuando se concret� esta idea y se construy� el viaducto Miguel Alem�n.

Con esta idea, "se present� una ansiedad urban�stica porque se resolv�a f�cilmente de esta manera el problema de los desechos mand�ndolos al r�o", comenta Legorreta .

De ah� vino el entubamiento de muchos m�s. En el siglo XX se trabaj� parte del r�o Mixcoac, la totalidad del r�o Churubusco, el r�o Consulado, La Piedad y parte del r�o de la Magdalena.

Ahora se est� entubando parte del San Rafael, en el tramo conocido como canal de la Compa��a, parte del r�o Ameca, parte del r�o de los Remedios, parte del r�o Hondo y del r�o Tlalnepantla.

El objetivo con que surgi� esta tendencia, explica, era resolver el problema de insalubridad, que comenzaban a representar estos r�os convertidos en desag�es, tras ser alcanzados por la expansi�n de la mancha urbana.

"Se ahorraron dinero, pero a la larga la ciudad perdi�. Se perdi�, porque un cuerpo de agua le da mejor clima a la zona, mayor velocidad de transporte, una de las divisas m�s importantes de turismo y uno de los grandes placeres: la naturaleza."

El problema, acota Legorreta, se pudo haber solucionado con separar las aguas negras mediante un ducto, recuperar las aguas limpias de los r�os y ahora esa agua podr�a ser aprovechada.

"En 1519 hab�a 70 r�os que terminaban en el lago, si ese mismo plano lo trasladamos a 2006, los 70 r�os siguen siendo los mismos, pero los que quedaron dentro de la ciudad est�n contaminados y entubados; en 90 a�os pasaron de ser r�os a drenajes de agua negra."

El especialista en temas hidr�ulicos califica esto como una miop�a grave, que no permite vislumbrar qu� hacer con tanta agua, el DF, afirma, es una ciudad que cuenta con abundancia de agua no aprovechada que se va al drenaje.

De hecho, afirma, existen 48 r�os vivos alrededor de la ciudad, 14 de los cuales llevan agua 24 horas 365 d�as. �stos son: Magdalena, Santo Desierto o Mixcoac, Tacubaya, Tlalnepantla, Tacubaya, Hondo, San Javier, Chico de los Remedios, San Ildefonso, San Pedro, La Colmena Cuautitl�n, Tepotzotl�n, Ameca y el San Rafael; de algunos se aprovecha la parte m�nima; la mayor parte va entubada al drenaje.

Guash y Saunders enfatiza que el entubamiento de los r�os no fue concebido como un modelo hidr�ulico, sino sanitario, es decir, no se buscaba dar soluci�n a los problemas de agua, sino a los de contaminaci�n porque estaban convertidos en cloacas.

La soluci�n definitiva

Si bien el entubamiento de r�os buscaba adem�s ser una soluci�n a las inundaciones recurrentes de la ciudad, esta medida, combinada con la construcci�n de miles de kil�metros de drenaje, resultaba insuficiente por el crecimiento acelerado de la poblaci�n, de la mancha urbana y, sobre todo, por el hundimiento de la ciudad.

Al final de los a�os 60 se pens� entonces en una soluci�n radical: el Drenaje Profundo, refiere el texto Las Inundaciones en la Ciudad de M�xico. Problem�tica y Alternativas de Soluci�n, del investigador Ram�n Dom�nguez Mora.

El documento recuerda que en 1967 se inici� la construcci�n del Sistema de Drenaje Profundo. Esta obra constaba, en el proyecto original, de dos interceptores de 5 metros (m) de di�metro y 18 kil�metros (km) de longitud conjunta, con una profundidad que var�a de 30 a 50 m. Los interceptores descargan al Emisor Central, de 6.5 m de di�metro y 50 km de longitud. La obra, considerada por muchos como "definitiva", se inaugur� en 1975.

El Sistema del Drenaje Profundo cuenta en la actualidad con m�s de 80 km de interceptores, adem�s de los 50 km ya mencionados del Emisor Central.

Este sistema en combinaci�n con el Gran Canal del Desag�e recibe las descargas de muchos de lo r�os que han sido entubados.

En los a�os en que se tomaron las decisiones de entubar los r�os, detalla Guash y Saunders, el problema de abastecimiento de agua potable estaba resuelto y nadie, en ese momento, pod�a pensar en esta explosi�n demogr�fica. Ahora, dice, el agua que no tenemos podr�a venir de ah�, pero defiende que aquella pol�tica no fue un error, sino la pol�tica adecuada en aquel momento.



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